Muriqi celebra el gol anotado en Balaídos ante el Celta. | Carlos Gil-Roig

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Muriqi ha vuelto y esto es la mejor noticia para el Real Mallorca. Su gol en Vigo permitió al equipo rojillo sumar el primer triunfo del curso en un momento donde las dudas empezaban a aflorar en el entorno bermellón. Vedat venía de experimentar con su selección el sabor dulce de la victoria ante Suiza anotando dos goles y el agrio de terminar expulsado apenas cuatro días después en el partido ante Rumanía. Además, en ese encuentro las circunstancias especiales que rodearon la cita motivaron que todo fuera más complicado si cabe.

El delantero del Mallorca, junto al resto de sus compañeros, abandonó el campo en Bucarest en protesta por los gritos de ‘Kosovo es Serbia’ que se escucharon desde las gradas. También en los fondos se instalaron dos pancartas con el mismo lema. Todos los internacionales se marcharon, pero en sus cabezas siguió vivo el trato recibido. De hecho, Muriqi todavía tenía muy vivo en Balaídos el recuerdo de lo sucedido esta semana en Rumanía. «La gente está olvidando que somos humanos y un día vamos a morir todos. Por qué no vivimos en paz todos. Por qué meten la política en el fútbol. El fútbol es algo que nos une, nos hace disfrutar. Aquí hay hoy 20.000 personas que quieren disfrutar con un gol, un balón. Le ponen estos valores y son muy feos. Pero bueno, no puedes parar a la gente ni su boca, pueden decir lo que quieran», lamentó en los micrófonos de LaLiga.

Fue la manera de desahogarse poco después de celebrar el gol contra el Celta. Durante la primera parte, concretamente en el minuto 24 de partido tuvo la ocasión de anotar el primero en su cuenta particular. Fue al rematar de cabeza un saque de esquina metido por Sergi Darder. Su certero remate fue interceptado desde la misma línea de gol por Iago Aspas con el portero ya batido evitando de esta forma que el tanto subiera al marcador.

Pero Vedat no bajó los brazos y en un partido que por momentos se iba complicando, estuvo siempre pendiente de cazar un remate en la zona de peligro rival. El plan de Javier Aguirre es bastante claro. Si algo no hace el mexicano es esconder sus cartas y desde el minuto uno en cada encuentro su plan es el mismo. Todos atrás y balones a Muriqi si se puede y, en caso contrario, no peder. Rafa Benítez, desde su banquillo, anotaba una y otra vez conceptos en un papel. Aguirre no. El plan del técnico mallorquinista es bastante más sencillo. Ni balón, ni centro del campo ni transiciones por la zona ancha. Balones a Muriqi. Y salió cara. El engranaje en los primeros partidos no funcionó por el simple hecho de que Muriqi falló dos penaltis.

En condiciones normales, si hubiera anotado, el plan seguramente habría salido redondo. Falló el último escalón, el del acierto desde el punto fatídico. El Mallorca no se caracteriza por ser un equipo que protagonice llegadas constantes al área y de momento Aguirre no está dando con la tecla a la hora de sacar el mejor rendimiento a Darder. Cuando lo logre el equipo podrá será más letal, pero por ahora balones a Muriqi y a esperar.