Muriqi, durante el encuentro ante el Athletic de Bilbao. | Miquel Payeras

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La delantera más cara de la historia del Mallorca por el momento no encuentra el camino del gol. El dinero no da por ahora la felicidad y los cerca de dieciséis millones de euros que han costado Cyel Larin y Vedat Muriqi, por ahora y al menos en este arranque de campeonato, no están respondiendo a las expectativas creadas. La alarmante falta de forma con la que llegó el exjugador del Valladolid es un claro exponente de la ausencia de mordiente en el área rival, mientras que Muriqi, que desde su llegada había sido muy fiable desde el punto de penalti y de cabeza, ha arrancado el curso con el punto de mira desviado. El kosovar ha sido titular los cuatro partidos de Liga jugando los noventa minutos mientras que Larin ha ido entrando mayoritariamente desde el banquillo. Lo hizo las tres primeras jornadas hasta que el domingo pasado contra el Ahtletic fue titular y terminó siendo sustituido. El futbolista vino en un estado de baja forma alarmante tratándose de un profesional y ahora está haciendo la pretemporada en plena temporada, un lujo para un equipo como el Mallorca donde cualquier pequeña laguna supone un revés notable.

Y este lo es. Los más de siete millones que costó no se ven refrendados en el campo más allá de un par de carreras, protestas a los árbitros y reproches a los propios compañeros. El curso pasado en el Valladolid anotó ocho goles y el club espera mucho de una contratación millonaria y que por el momento no da apenas noticias. El caso de Muriqi es diferente. El atacante está atravesando una mala racha estas cuatro jornadas en la que ha fallado dos penaltis y también errado ocasiones de gol en el área rival, sin ir más lejos, esta pasada jornada dispuso de una muy buena que la defensa despejó in extremis a córner.

Otra cosa es que durante muchos lances del partido se vea en la necesidad por exigencias el guion de abandonar la zona donde es verdaderamente peligroso y acudir en auxilio del trabajo defensivo en la zona ancha o persiguiendo un balón para tratar de robar. Javier Aguirre sabe de la importancia del ‘Pirata’ en el once y por eso, más allá de que haya marcado o no, le mantiene en el equipo porque siempre da la sensación de que con él en el campo pueden suceder cosas. Cosas como por ejemplo cazar un balón aéreo tras un certero pase de Sergi, como también ocurrió en el lanzamiento de una falta que acabó en gol, aunque invalidado por fuera de juego. No obstante, la falta de pegada en este inicio de temporada está lastrando a un equipo que llega poco, a cuenta gotas y cuando lo hace no puede permitirse el lujo de fallar porque la segunda aproximación clara seguramente tardará en llegar.
Resguardar la zona

El sistema de Aguirre potencia la defensa y el resguardo de la propia área por encima de todo, de ahí que las llegadas a la zona de peligro rival sean tan contadas. Ahora llega el primer alto en la competición para la disputa de los partidos de la selección y eso supone más tiempo para poder trabajar y tratar de que los jugadores mejoren en su estado físico y a la vez anímico. En quince días toca jugar en Balaídos otro test de altura.