Sergi Darder, cuarto por la derecha y de pie, era el referente del equipo infantil del Manacor.

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Ses Pesqueres fue la primera toma de contacto seria de Sergi Darder con el fútbol. Ese niño rubio, pequeño y delgado empezó a despuntar en el terreno de juego del CE Artà. Con 12 años dio el primer salto y del campo situado en los bajos de Sant Salvador tomó contacto con Na Capellera de Manacor. Era la temporada 2006/2007 y el hijo mayor de Quique y Bel llegó a un recinto que ha dado grandes jugadores al fútbol español. Su entrenador fue un mítico defensa ‘manacorí’, el histórico Jaume Salas, legendario jugador del club rojiblanco y con un brillante pasado en el Mallorca, Badia y Atlètic Baleares. Fue él quien entrenó a Sergi con apenas 12 años en el infantil del CE Manacor. «Yo conocía a su padre y llegó él a Manacor después del seguimiento que le hicieron desde la coordinación del club. Estuvo un año y siendo infantil de primer año, creo recordar que marcó 45 goles. Una barbaridad. Fue una temporada extraordinaria», rememora Salas.


El técnico recuerda que futbolísticamente, Sergi era un jugador «muy activo». «Le gustaba mucho tocar la pelota, era muy participativo. Yo le situaba delante, de punta, porque marcaba una barbaridad de goles, tanto en los entrenamientos como en los partidos y él me pedía jugar de central, cosa que yo no entendía. Resulta que él quería jugar atrás porque delante me decía que se aburría y que quería tocar más el balón y correr más y el tiempo le ha dado la razón porque ahora juega en el medio y corre y participa mucho más en el juego», relataba Jaume Salas.

El técnico recuerda incluso como en los entrenamientos, cuando se organizaba un partidillo, Sergi iba poco a poco retrasando su posición. «No me daba cuenta y había ido hacia atrás situándose en el centro. Le llamaba la atención y le decía que se pusiera delante y él insistía en que de delantero se aburría. Pero, claro, yo como entrenador le situaba de punta porque hacía una media de tres goles cada partido», recordaba el exfutbolista.

En ese equipo, además de Sergi, que mantenía los genes futbolísticos de su padre Quique, también jugaron los hijos de Matías Ramis y Pep Sansó, otros históricos jugadores del fútbol balear. «El equipo era muy bueno, muy competitivo. Sergi era un líder. Primero porque venía de fuera y eso ya implica que si vienes de otra localidad, quiere decir que es por algo y él además marcando tantos goles se ganó al equipo en nada. En el tercer partido ya era el líder del grupo con diferencia. Era un goleador y su personalidad también ayudó. El resto de compañeros le tenían como un Dios», apuntaba Salas.

Una de las características de Sergi ha sido siempre la humildad dentro y fuera del campo, algo inculcado especialmente por su padre y su madre que cuando iba quemando etapas en el fútbol le recordaban siempre la necesidad de tener los pies en el suelo. «Era un diez como persona, todo el grupo era muy bueno en este sentido y de él solo puedo hablar bien. Era muy disciplinado, no daba ningún problema».
¿Llegó a intuir que podría llegar tan lejos? Jaume Salas echa mano de la experiencia. «Es muy difícil a estas edades poder hacer futurología. He tenido muchos jugadores y algunos han sido diferentes como Sergi, Pep Biel o Company, que han estado conmigo. Los ves especiales, pero llegar o no depende de muchísimos factores», recordaba Jaume Salas.