Cyle Larin, hoy delantero del Mallorca, durante su etapa en el Brujas belga.

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En un año, con paciencia y la cartera por delante, el Real Mallorca ha juntado a su delantera más estimulante de los últimos tiempos. Vedat Muriqi y Cyle Larin cargarán a sus hombros con el peso del equipo balear en ataque gracias dos traspasos millonarios, los más caros en la historia del club en los que, sorprendentemente, aparece el mismo figurante de fondo: el Brujas belga. El histórico conjunto flamenco no ha participado directamente en las operaciones que han traído al canadiense y al kosovar a Son Moix, pero sin su complicidad ni uno ni otro estarían hoy a las órdenes de Javier Aguirre.

Larin, mallorquinista hasta 2028 tras unas intensas negociaciones con el Valladolid, pertenecía al Brujas hasta finales de junio. Fichado el pasado verano después de brillar en Turquía, como hizo en su día Muriqi, el internacional canadiense apenas tuvo relevancia en la Jupiler League vestido de azul y negro. Intervino en nueve partidos del torneo doméstico en los que marcó su único gol (al RFC Seraing), tuvo una participación residual en la Champions (11 minutos en la última jornada de la primera fase contra el Leverkusen), donde su equipo compartía grupo con el Atlético de Madrid, y se dejó ver un poco en la Copa y la Supercopa. Con el escaparate del mercado de invierno abierto, el Valladolid le rescató a finales de enero mediante una cesión que incluía una compra de compra bastante accesible: 1.5 millones. El club pucelano, basado en su gran rendimiento, la ejecutó antes de que expirara el plazo. Un mes después lo ha traspasado al Mallorca por cinco veces más de lo invertido.

Curiosamente, Larin había llegado al Brujas el mismo verano en el que Muriqi iba a convertirse en el delantero de referencia de la escuadra belga. El Pirata, que todavía pertenecía a la Lazio, había recuperado su mejor versión en Mallorca y se había ganado el cariño de una afición a la que le dedicó unas emotivas palabras de despedida antes de viajar al oeste de Flandes para firmar con el que iba a ser nuevo equipo, el Brujas, con la idea disputar la Liga de Campeones. Todo lo que vino después fue de película.

«No fueron profesionales, aunque desde fuera me parecía un gran club», explicaba el propio Muriqi hace unos meses en una entrevista a este diario. «Se hizo todo muy rápido, yo no me lo creía. Y al llegar allí con mi representante no había nadie del club y no teníamos ni hotel. Yo ahí ya me quería ir. A las pruebas médicas solo vino un doctor y al ir firmar, aún sin nadie del club, me dijeron que no había superado las pruebas. Al principio me asusté y luego vi que eran excusas porque quisieron cambiar las condiciones del fichajes buscando solo una cesión. Era una maniobra para bajar el precio de la operación», asegura. Una escena surrealista que abortó el traspaso y permitió al Mallorca recuperar un sueño del que ya se había despedido mediante una importante suma de dinero. «Gracias al Brujas ahora estoy aquí», recalcaba Muriqi antes de lanzar un deseo en voz alta: «No sé ni cómo les va. Ojalá bajen a Tercera».

La sociedad Muriqi-Larin, con dos banderas poco habituales en LaLiga como la kosovar y la canadiense, se va a constituir finalmente en Mallorca con la intención de seguir golpeando en los campos del fútbol español. Cosas del fútbol. Cosa de Brujas.