Los jugadores del Real Mallorca celebran el gol conseguido el pasado lunes contra el Athletic en Son Moix. | Miquel Àngel Borràs

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Cansado y cojeando en defensa, aunque con más de medio cuerpo tras la línea de meta, el Mallorca se enfrenta este jueves a una prueba de dureza en terreno enemigo. El conjunto balear abrochará el sector más cargado e intenso del calendario con un partido de dificultad alta. Los de Javier Aguirre, con bajas que impactan directamente contra su línea de flotación, visitan esta vez a un Girona coronado ya como el conjunto revelación de la Liga que en unas pocas semanas le ha robado puntos al Barcelona y ha pasado por encima del Real Madrid y del Sevilla (Montilivi, Movistar LaLiga, 19.30 horas).

El Mallorca viaja a Girona con el fuego metido en el cuerpo tras la frustrada fiesta del lunes contra el Athletic. Un empate que además de aplazar la salvación del equipo ha supuesto una cuantiosa factura en forma de lesiones y sanciones. La más importante sin duda es la del capitán y líder de la defensa, Antonio Raíllo, que llevaba varios encuentros jugando con molestias y además fue expulsado en los minutos finales. El cordobés, que atravesaba por su mejor momento de la temporada, también ha sido castigado con dos partidos por el Comité de Competición, aunque serán los problemas físicos los que le mantengan más tiempo alejado del campo. Según explicaba el propio Aguirre en la antesala del partido de este jueves, «tiene para rato» y tratarán de que llegue a tiempo para el duelo contra el Valencia de la antepenúltima jornada.

Otra hueco difícil de llenar será el de Pablo Maffeo, sancionado por acumulación de amonestaciones. Más que nada, porque su relevo natural, Gio González, continúa lesionado. Sin carrileros diestros puros de los que echar mano, es muy probable que Aguirre cubra la zona con Antonio Sánchez, como hizo hace unas semanas en Balaídos y en el primer tiempo del partido contra el Getafe.
Las estrecheces de la zaga no terminan ahí. En el eje, además de Raíllo, sigue faltando Nastasic, lo que deja al técnico con las piezas justas: Valjent, Copete y Dennis Hadzikadunic. La única zona libre de problemas es el flanco izquierdo, que dispone de Jaume Costa y Ludwig Augustinsson. Mirando hacia arriba el problema es el cansancio acumulado, que empieza a hacer mella en jugadores tan determinantes como Kang In Lee y Muriqi. En cualquier caso, el próximo partido será dentro de ocho días.

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La idea del Mallorca es salir de Montilivi con la mochila vacía de preocupaciones. Con 41 puntos en la cuenta y viendo a casi media Liga por el retrovisor a falta de solo un puñado de jornadas el asunto de la permanencia parece ya un simple trámite, pero tanto la plantilla como el cuerpo técnico quieren cerrarlo con llave. Sumando y dando otro golpe sobre la mesa.

Al Mallorca le espera el Girona, un equipo de su estatura que en las últimas semanas ha dado el gran estirón y mantiene incluso encendida la llama de las competiciones europeas. Otra victoria a costa de los baleares alimentaría esa inesperada ambición por emitir el pasaporte. El conjunto de Míchel se ha metido en ese sueño al encadenar dos triunfos de prestigio. El primero, al atropellar al Real Madrid (4-2) con un histórico póquer del Taty Castellanos. El segundo, tomando el Sánchez Pizjuán y reteniendo al Sevilla (0-2) con goles de Juanpe Ramírez y el propio Taty, que ya suma una docena. A la espera de que la salvación virtual sea ya matemática, se ha marcado otros desafíos en paralelo: finalizar entre los diez primeros y superar los 51 puntos de la temporada 2017-2018, con Pablo Machín en el banquillo, para convertirse en el mejor Girona de la historia en Primera División.

Míchel recupera a Arnau Martínez y podría regresar al 4-1-4-1 en la pizarra. Miguel Gutiérrez o Javi Hernández pugnan por la titularidad en el otro lateral, mientras que Aleix García, Toni Villa, Yangel Herrera, Borja García e Ibrahima Kébé siguen de baja por lesión. Cristhian Stuani, ya recuperado, vuelve a la lista.