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En un ejercicio de autoridad, con una defensa en cuadro y ante un Celta enrachado -sumaba siete jornadas sin perder-, el Real Mallorca dio un paso de gigante para inscribir su nombre de nuevo en Primera División la próxima temporada. Está diez puntos por encima de un Valencia moribundo y la sensación que desprendió ayer en Balaídos invita a pensar en que la salvación está en el bolsillo. En un ejercicio de solidaridad colectiva, el grupo balear supo exprimir el gol de Amath -que pudo marcar dos más antes del descanso- para quebrar su pésima racha a domicilio y facturar su primera victoria lejos de la Isla cinco meses después.

El Mallorca recuperó en Vigo esa esencia de conjunto ordenado atrás, solidario en la sala de máquinas y peligroso arriba. Porque dispuso de el doble de ocasiones que un Celta incapaz de encontrar alguna rendija por la que penetrar. Solo asustó a Rajkovic con un disparo de Tapia en la recta final que escupió el larguero.

El mérito de la victoria es notable. Aguirre taponó la hemorragia defensiva situando en el lateral derecho a Antonio Sánchez primero y a Amath después; Raíllo lideró de nuevo la zaga y Morlanes demostró que puede ser un buen complemento de Galarreta. Arriba, Kang puso la calidad y Muriqi la pelea. El coreano, que dio otro recital de cómo domar el balón, es un lujo. Disfrutemos mientras siga en el Mallorca... que quizás no sea por mucho tiempo.