Imagen del central del Real Mallorca Copete en un momento del partido disputado ante el Elche CF el sábado en el estadio de Son Moix, en Palma. | Miquel Àngel Borràs

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Mientras soplaba las velas y el cumpleaños feliz sonaba de fondo, el Real Mallorca sufría un pequeño retroceso. No en la clasificación, donde permanece anclado a la décima posición, pero sí en sus aspiraciones de acabar cuanto antes con el papeleo de la permanencia. Catorce jornadas después, el equipo de Javier Aguirre encadenaba dos derrotas y se desprendía de la armadura que le protegía en el estadio de Son Moix, el mismo en el que sumaba cinco victorias consecutivas. Los bermellones siguen teniendo a media Liga bajo sus pies, aunque la distancia que les separa del barranco se ha reducido a seis puntos faltando catorce partidos.

El mismo fin de semana que celebraba el 107 aniversario de su fundación, el Mallorca volvió a quedarse enganchado a la trampa del colista. Cayó en una emboscada que le ha llevado a redactar un balance paupérrimo. En los 34 enfrentamientos que acumula en el siglo XXI frente a últimos clasificados, el conjunto balear solo ha ganado cinco. El resto se reparte en nueve empates y veinte derrotas.

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La caída contra el Elche resulta especialmente dolorosa. Festejos aparte, el Mallorca se encontraba con un oponente que únicamente había cosechado 9 puntos en 23 jornadas, que solo había atrapado una victoria en lo que va de temporada —ante el Villarreal el pasado 4 de febrero— y que había encajado al menos un gol en todas las jornadas del campeonato. Un oponente que, tras penetrar en Son Moix sin apenas posibilidades de salvación, regresaba a casa con algo de esperanza de vida. Ahora tiene doce puntos en la cuenta corriente. Una tercera parte de ellos (cuatro) los ha recopilado contra los rojinegros.

Al Mallorca se le rompió la cadena de resultados en la peor parte posible. La escuadra balear llevaba diez jornadas alternando victorias en casa y derrotas fuera. Una hilera de resultados que había empezado a tejer en la sala de espera del Mundial y a la que le ha ido sacando partido para alejarse del fuego. En cualquier caso, el colchón sobre el que reposa a la hora de mirar hacia abajo se ha ido desinflando. Hace un par de semanas, después de pasar por encima del Villarreal en Son Moix (4-2), abrochaba la jornada a solo tres puntos de los puestos de acceso a las competiciones europeas y estaba once por encima del descenso. Una renta que se ha estropeado un poco tras las derrotas concatenadas frente al Espanyol y el Elche. Ahora, con el mismo número de equipos separándole de la zona roja de la clasificación, el abismo está algo más próximo. Y más allá del conjunto franjiverde, que es último desde la sexta jornada, las otras dos plazas de descenso son un baile continuo, tal y como recordó la semana pasada Javier Aguirre. En el puesto 19 duerme ahora el Valencia (23 puntos), que este domingo perdía en el Camp Nou, y un asiento por encima, marcando la entrada al infierno, se encuentra el Almería (25 puntos). Los andaluces, que hasta hace nada también se apoyaban en su fortaleza como locales, han perdido cuatro de los últimos cinco encuentros que han disputado. Curiosamente, la única victoria que han celebrado en ese tramo ha sido contra el Barcelona.

A pesar del mazazo que supuso el gol de Lucas Boyé —el Mallorca ya es el equipo de la Liga al que más goles le ha marcado el delantero argentino: tres en tres partidos—, el Mallorca volverá a actuar el próximo fin de semana frente a su público con la idea de reconducir el rumbo. Y sobre el papel, será un duelo mucho más duro que el del otro día. Visitará Son Moix la Real Sociedad (domingo, 14.00 horas), que es cuarto en la clasificación y que, curiosamente, rinde mucho mejor como visitante que entre las paredes del Reale Arena. Por si fuera poco, le ha ido tomando las medidas al estadio del Camí del Reis, del que se ha llevado seis puntos en sus dos últimas visitas. La formación de Javier Aguirre se encuentra ante un cruce de caminos.