Steve Kerr (en el centro de la imagen), en el palco de Son Moix durante el partido del pasado fin de semana entre el Mallorca y el Betis. | Miquel Àngel Borràs

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Ganador de nueve anillos de la NBA (cinco como jugador de Chicago Bulls y San Antonio Spurs y los últimos cuatro entrenador de Golden State Warriors), Steve Kerr impartió la semana pasada una charla de lujo a la plantilla del Mallorca. Entre las paredes de la ciudad deportiva Antonio Asensio, desveló a futbolistas y cuerpo técnico su filosofía como técnico y algunas de las anécdotas de su impresionante carrera en el mundo del baloncesto al más alto nivel.

«Mi filosofía como entrenador se basa en dos cosas: jugar con alegría», exponía el técnico nacido en Líbano, cuya charla ha publicado el propio Mallorca a través de sus redes. «Siempre lo refuerzo con mi equipo, la importancia de jugar con esa alegría. La otra es la competitividad. Intentamos encontrar el equilibrio entre jugar con mucha alegría e intentar machacar al rival, a la vez. Stephen Curry es la imagen perfecta de alegría y competitividad. Cuando lo ves jugar, lo ves con una sonrisa, pero también cuando está en el banquillo», le recordaba a los jugadores bermellones.

El técnico, que ha intervenido en los mejores momentos de dos franquicias de leyenda, también habló de su época como jugador, donde en muchas ocasiones le tocó ser reserva: «Jugué 15 años en la NBA, y solía ser reserva. Como entrenador me identifico mucho con los jugadores que no juegan tanto. Lo más importante que descubrí siendo reserva es que, cuando te entregas al equipo y a tus compañeros, te haces más valioso. El éxito se vuelve más probable si te entregas; es una paradoja. Es difícil: no juegas durante cuatro o cinco partidos, pero tienes que entender que tu energía y tu rol en el equipo es crucial para el éxito».

Steve Kerr, que mantiene una estrecha relación con los principales accionistas del Mallorca, inició su carrera en la NBA como jugador de los Phoenix Suns, de la que hoy es propietario Robert Sarver. En todo caso, su época de mayor éxito llegó de la mano de los Chicago Bulls, con el que ganó tres anillos de manera consecutiva al costado de Michael Jordan, entre 1996 y 1998. Durante la charla que mantuvo con los jugadores del Mallorca incidió en lo que le supuso compartir vestuario con uno de los mejores deportistas de la historia: «Entrenar con Michael Jordan era difícil, no era siempre fácil. En cada entreno, él marcaba el nivel. Era muy intenso. Tenías que rendir en cada entreno, pero sabías que estabas mejorando cada vez más y él nos empujaba para conseguirlo».