El entrenador del Mallorca, en el encuentro en Son Moix. | Miquel Àngel Borràs

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No lo reconoció sobre la tribuna de oradores, pero es bastante probable que Luis García Plaza viviera anoche su partido más especial desde que es entrenador del Real Mallorca. El técnico madrileño conoció a la afición de Son Moix casi cuarenta partidos después y lo hizo en el momento más dulce de su equipo, que entre los gritos y cánticos de siempre rellenó el formulario de inscripción para la Primera División 2021-22.

«Queda un punto», decía el madrileño, que se niega a celebrar nada hasta que sea matemático. «Ahora mismo hay mucha tensión y mucha carga emocional y nuestra situación es para estar contentos. La primera parte ha sido muy táctica y la segunda, muy buena. Llevamos 75 puntos, que es una locura. Pero nos queda uno y nosotros vamos a ir a la nuestra. Con uno más estaremos en Primera y ya se celebrará cuando se consiga».

Luis García se niega incluso a ponerle fecha a la traca final. «Yo quiero subir, me da igual cuando», apuntaba sonriente. «Me da igual que sea el martes, el miércoles o el lunes que viene contra el Zaragoza. Y si no, en la ultima jornada. Me da igual mientras subamos. Y lo celebraremos igual, aunque si tenemos que jugar el miércoles se festejará menos».

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A la hora de hablar de la vuelta del público a las gradas del estadio a Luis García se le volvía a iluminar el rostro. «Ha sido cojonudo», reconocía el jefe del vestuario bermellón cuando le preguntaban por una hinchada a la que acababa de mirar por primera vez a los ojos. «Han estado todo el partido animando y ha sido muy bonito. La gente ha disfrutado con el equipo y la verdad es que nosotros también teníamos muchas ganas de hacerlo. Han puesto el listón muy alto. Espero que esta comunión continúe más a menudo y en más cantidad».

«Me ha impactado», seguía detallando sobre los cánticos que enterraban el silencio de las 18 jornadas anteriores en casa. «Era la primera vez que tenía que gritar mucho para que me oyeran en la otra parte del campo», bromeaba. «Ha sido muy emotivo y ojalá vuelva pronto el público en toda España».

En mitad de su discurso, Luis García Plaza reconoció que durante la semana lo había pasado mal por un problema personal, ya resuelto, del que tenían constancia sus jugadores. «Ha sido semana muy dura para mí por algo que no tiene que ver con el fútbol, sino con una situación personal. Lo he pasado mal. Y desde aquí mando un saludo al hospital de Son Espases porque todo ha salido bien. Por eso me he emocionado cuando ha venido Salva (Sevilla) después del gol. Le agradezco mucho el gesto que ha tenido conmigo», explicaba.

El entrenador del Mallorca desvelaba además los motivos de la baja de Raíllo, que le dejó su sitio a Russo en el once: «Ha estado toda la noche con fiebre. Era la duda a la que me refería el otro día y aunque pensaba que llegaría a tiempo, no ha sido así. Ahora tiene que descansar. En el caso de Galarreta, salía de una lesión y no estaba para jugar los noventa minutos. Y a Lago Junior quería premiarlo por el partido y el gol del otro día. Me gusta aprovechar esas dinámicas positivas, sobre todo con la gente de arriba», apuntaba.