El Mallorca quiere enganchar ante el Girona otra dinámica positiva tras ganar en Vallecas. En la imagen, Bueno y Dani Rodríguez durante el partido de la primera vuelta en Montilivi. | CARLOS GIL-ROIG

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El Mallorca se adentra en terreno bacheado. Con la sonrisa pintada otra vez en el rostro tras consumar el asalto a Vallecas, el conjunto de Luis García Plaza divisa un horizonte plagado de curvas en el que se cruzará con hasta tres rivales directos en solo cuatro jornadas. Un sector envenenado del calendario que de una forma u otra sacudirá la carrera por el ascenso.

El conjunto bermellón, colíder de una categoría que ahora prácticamente gobierna en coalición con el Espanyol, iniciará la ascensión a las rampas más duras de la segunda vuelta a partir de mañana contra un Girona que viajará con el cargador lleno. Para el Mallorca es un encuentro fundamental por muchas razones. Para empezar, le permitiría iniciar otra ristra de victorias y darle continuidad a lo exhibido en Vallecas después de un mes en el que era incapaz de dar dos pasos iguales. Y a su vez, porque le ayudaría a taponar esa fuga que tiene en las paredes Son Moix, donde sufre mucho más que otras temporadas. En lo que va de liga se ha dejado más puntos dentro del salón de su casa que en las once ocasiones que se ha echado la mochila a la espalda. De hecho, ahí han estado muchos de esos problemas recientes que ahora quiere disolver del todo. Ha perdido las dos últimas funciones que ha representado como local (Fuenlabrada y Las Palmas) y su último triunfo en el estadio data de principios de diciembre (Castellón, 3-1).

Superada la reválida contra el Girona, que viene de hacerle otra zancadilla al Espanyol, el Mallorca volverá a irse de viaje. En este caso a Albacete, una plaza por la que no pasa desde el playoff de ascenso a Primera de 2019. Allí se tomará un respiro en lo que a combates directos se refiere, pero se encontrará igualmente con un muro a derribar. Metido en líos desde hace tiempo, el cuadro manchego se niega a dejarse marchar por el sumidero y ha ganado tres de sus cuatro últimos partidos. En cualquier caso, permanece con los pies tras la zona roja y afrontará la visita del Mallorca con los colmillos afilados.

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La carretera acabará de empinarse para los insulares a mediados de febrero. En ese punto del almanaque jugará los que ahora mismo parecen los encuentros más trascendentales de los que faltan por jugar. En una semana —los horarios definitivos todavía no han sido confirmados— recibirá en Palma al Espanyol y al Almería, con todo lo que eso supone. Dos choques explosivos que tendrán una incidencia determinante en la composición de los puestos de ascenso, donde se ha formado un embudo: si los andaluces ganan el partido que tienen pendiente se daría un triple empate en cabeza en el que los resultados de los enfrentamientos directos serían fundamentales para poner orden.

El póquer del ascenso no será definitivo pero sí que puede abrir algunas zanjas peligrosas en el suelo de la tabla. Un pasillo de la competición del que el Mallorca espera salir con los bolsillos llenos y la posición ganada. El ascenso está sobre la mesa.

Sin público en los estadios esta temporada

El acceso de público a los estadios en lo que resta de temporada está prácticamente descartado, según informaba ayer Ser Deportivos, que asegura que LaLiga ha enviado un comunicado a los clubes para que retiren de sus cuentas las cantidades presupuestadas por taquilla para la segunda vuelta. La evolución de la pandemia será fundamental para saber si se reabrirán las gradas de los estadios de la cara a la temporada 2021-22.