Luis García Plaza, en una imagen captada en Son Bibiloni. | Redacción Deportes

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Aficionado al running en sus ratos libres, Luis García Plaza tiene las facciones en el rostro que caracterizan a muchos de los amantes de las carreras de fondo: rostro perfilado y por momentos esa mirada que transita entre el cansancio y algunos días por la falta de sueño. Deportista nato. Al finalizar el primer partido ante el Rayo, el rostro de García Plaza era de cabreo. No hace falta definirlo. «Y cuando se cabrea, se cabrea mucho» asegura uno de sus exfutbolistas en conversación con este periódico. Ese dia, tras el debut liguero, la cara del entrenador emanaba decepción y deseaba por encima de todo que llegara otro partido para desterrar la imagen dada en ese amargo estreno liguero.

Acostumbrado el universo futbolístico a entrenadores más preocupados por no meterse en líos y evitar titulares que puedan volverse en contra, LGP es un técnico diferente. Habla mucho de fútbol y habla claro. Al pan pan y al vino vino. Cuando hablas claro no hay mucho espacio para las interpretaciones y tras ese partido contra el Rayo el entrenador habló de «frustración» de que con «paseíllos» no se va a ningún lado y que había que «aprender» lo que era la Segunda. El equipo captó el mensaje y a partir de ahí no ha parado de crecer.

Desde ese partido han llegado diez puntos, uno tras el empate frente al Espanyol y nueve tras ganar a Sabadell, Tenerife y Lugo. Es cierto que desde el punto de vista de objetivos no se ha conseguido todavía nada, pero este tipo de resultados dota al grupo de una inyección de moral de incalculable valor.

Además, existe un punto añadido y es el avance continuo, sin exagerar, con necesidad de mejorar, pero con una evidente progresión en cada partido. El entrenador no engaño a nadie cuando explicó en su presentación la hoja de ruta que había que seguir: «Utilizo un 1-4-4-2 en ocasiones un 1-4-2-3-1, pero no es tan importante el sistema. Si tienes dos delanteros buenos juegas con dos, si tienes tres centrocampistas buenos, juegas con los tres, unos días jugaremos con dos puntas, otro con tres centrocampistas y no es lo mismo jugar contra uno u otro, pero el equipo tiene que tener una identidad».

Un botín de mucho valor

Las anteriores palabras las pronunció al ser presentado y añadió además el preciado botín que significa construir el equipo desde atrás. Hacerlo reconocible, fuerte, sólido. Son tres ya los partidos sin encajar y a partir de ahí esperar a cazar una en el área rival. En eso todavía hay que mejorar, pero también el propio entrenador es consciente de que falta mucho para que el engranaje ruede con mayor fluidez. El equipo llega, pero todavía falta ajustar el último pase, la carrera final, el golpe definivo. Falta claridad, pero lo importante es situarse en el camino de la luz y en esas está el Mallorca y su entrenador. Parece razonablemente bien armado el equipo con los refuerzos llegados durante estas últimas semanas. Existe la convicción de que la pareja formada por Oliván y Cufré puede dar un rendimiento sobresaliente a la espera de que Lago siga dando pasos hacia adelante y que entren en la dinámica hombes como Antonio Sánchez, Murilo, Mboula, Marc Cardona y Amath Ndiaye. Estos años el equipo era extenso, pero no había alternativas reales. Había número, pero no talento. Con la prudencia que requiere cualquier previsión futbolística más allá del entreno de hoy mismo, la plantilla está más compensada y salvo la posición de Baba, que está excesivamente huérfana, el resto de zonas están cubiertas razonablemente bien. Estar ahora en zona de playoff puede ser anecdótico, pero en Mallorca hay precedentes de lo que ha ocurrido cuando se ha empezado bien estos últimos años y de cómo ha terminado todo cuando se ha empezado mal.

Esta liga es un maratón y solo se han cubierto cinco quilómetros. Llegará el temible muro, pero si te pilla en el pelotón de cabeza la inercia puede hacerlo todo más llevadero.

Galarreta espera tener más minutos

El centrocampista Íñigo Ruiz de Galarreta ha afirmado que el Mallorca «es un equipo que sabe sufrir y sabe mantener los resultados». El futbolista vasco acumula 200 partidos en Segunda. «Llevo bastantes partidos (en esa categoría), pero también tengo compañeros que han jugado muchos en Primera. Intento darlo todo para aportar el máximo tanto dentro como fuera del campo», explicó. Ruiz de Galarreta ahora mismo no goza de minutos: «Llegué aquí con muchas ganas e ilusión. Trabajo cada día al máximo para tener cada vez más minutos en un club en el que me encuentro muy a gusto», subrayó el futbolista del Real Mallorca.