Raíllo y Baba saltan por un balón aéreo con un jugador del Rayo. | Miguel Á. Borrás

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Vicente Moreno dejó huella en la Isla con dos ascensos consecutivos que umpulsaron al Real Mallorca desde los suburbios hasta el ático del fútbol nacional. El entrenador de Massanassa inyectó al vestuario un gen ganador y edificó un bloque casi indestructible. Su falta de sintonía con la propiedad comenzó a provocar vías de agua en la línea de flotación y aquel matrimonio perfecto acabó en un portazo inesperado. Dos meses después de dirigir su último partido como técnico bermellón, Moreno y el Mallorca se verán las caras en un decorado diametralmente opuesto.

Dirigido ahora por Luis García Plaza, el grupo balear visita a un Espanyol que milita en Segunda con una plantilla diseñada el curso pasado para competir en Europa... Con un presupuesto «escandaloso» que triplica al del Mallorca, las huestes de Moreno están obligadas a ascender «y además con diferencia», según el propio LGP.

El preparador valenciano vivirá sentado en el banquillo de Cornellà una situación similar a la que vivió hace tres campañas a los mandos del Mallorca en Segunda División B. Cada partido se mira con lupa y cualquier tropiezo será elevado a la categoría de desastre. Es lo que tienen dirigir a un grande como el Espanyol en una categoría que no visitaba desde hacía casi tres décadas. La propiedad china ha hecho todo lo posible para mantener sueldos inasumibles para el resto de los equipos que integran la categoría. Tipos como De Tomás (en Primera tenía un salario anual de unos 6 millones de euros brutos), Cabrera (3’5 kilos por año) Wu Lei o Embarba siguen, de momento, con la casaca blanquiazul aunque Moreno no respirará tranquilo hasta que se cierre el mercado de fichajes.

Con todo, el Mallorca visita al Espanyol con la necesidad de dar la cara, aunque con el vestuario en plena catarsis. La negativa de Ante Budimir de ir citado porque «no se encuentra a gusto en el Mallorca», según desvelaba Luis García el pasado viernes, ha sentado como un jarro de agua fría en la caseta, que contemplan atónitos la falta de compromiso que está mostrando el delantero croata después de recibir la mareante oferta del Real Valladolid.

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Al margen del componente del morbo por el reencuentro con Vicente Moreno y de las convulsiones en las entrañas del club, el Mallorca destapa el segundo precinto del campeonato con la obligación de acallar a los agoreros y de despejar las dudas que rociaron el estreno de hace siete días frente al Rayo.

Ese estreno provocó que LGP descargara contra sus futbolistas («no critiqué a mis jugadores; solo dijo que habíamos perdido la fe durante diez o quince minutos; si eso es una crítica...») por la pésima imagen mostrada, en especial en las dos áreas, ante el conjunto de Vallecas.

Para este segundo episodio, Luis García dispondrá de los últimos refuerzos (el brasileño Murilo y el catalán Jordi Mboula entraron en la lista) y apostará de salida por el primer fichaje del curso. Brian Oliván se ubicará en el carril zurdo para intentar taponar la hemorragia abierta en ese carril. Aunque Iván Bravo cumplió en su debut oficial, el gol rayista llegó precisamente porque Isi Palazón se adelantó al lateral catalán. La línea de cuatro será la misma de siempre, mientras que los cambios podrían afectar a la sala de máquinas. LGP incrustó a Febas junto a Baba y para esa posición como escudero del ghanés también aparece la opción de Salva Sevilla.

Arriba, es probable que repitan Lago y Dani Rodríguez por bandas, mientras que Stoichkov se perfila como el enganche y Alegría en punta. La ausencia de Budimir deja huérfana una posición capital. Al menos de momento...