El delantero del Real Mallorca Tomer Hemed puede tener un papel más protagonista con la llegada de Carreras. | Efe

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El lunes por la tarde Oltra fue destituido y Carreras contratado. Ese mismo lunes por la noche Oltra fue restituido en su cargo y Carreras siguió en Barcelona. El martes fue jornada de reflexión. El miércoles entrenó Oltra; Toni Prats negoció con Nadal, recomendó finalmente a Lluís y Cerdà eligió al catalán. El jueves se despidió el valenciano y se presentó a su sustituto. Ayer aparentemente no pasó nada y hoy hay partido, a las ocho de la tarde contra el Barcelona B. Así es el Mallorca. El club donde siempre pasa algo. Hoy, contrariamente a lo habitual, el nuevo entrenador no será el protagonista del encuentro, porque la afición, concretamente las peñas, han decidido no entrar en el campo como medida de protesta para exigir la dimisión de Biel Cerdà, que ni dimite, ni se siente señalado. La incógnita es saber cuántos seguidores secundarán esta medida de presión. Eso sí, Cerdà no irá al palco. En resumen: en Son Moix hay partido, no estará ni Cerdà ni tampoco gran parte de la afición.

Al pasado

Se hace necesario regresar al pasado para no perderse por el universo mallorquinista. Uno está fuera dos días y han pasado tantas cosas alejadas del balón que es necesario darle al F5 y refrescar cada cinco minutos para estar más o menos al corriente de lo que sucecede. Casi siempre pasan cosas ajenas a la pelota y eso no es bueno para el club, para el equipo y para el objetivo. Ha llegado ahora Lluís Carreras con un talante de paz que puede venir muy bien al Mallorca en su idea general de sosegar los ánimos.

Tiene trabajo por delante el exfutbolista del Mallorca porque el equipo en 27 jornadas no ha dado lo mejor de sí. Se espera más de una plantilla que cuesta 10 millones de euros y cuyo objetivo es el ascenso. Carreras sabe que ha empezado una difícil lucha contra el reloj, que posiblemente no llegue a tiempo para engancharse al vagón de cabeza, pero no es menos cierto que le separan solo dos puntos de la zona de play off y que por lo tanto no hay nada perdido. Un cambio de entrenador siempre es un revulsivo, unas veces funciona y otras no. Con Manzano no funcionó, pero Carreras, afortunadamente para todos, no es Manzano. Su talante es diferente, mucho más condescendiente con los problemas del club, del entorno, de la afición. Mucho más dado a escuchar y razonar y no ir dando lecciones a cada metro. Es un entrenador, pero todavía tiene el alma de futbolista y él más que nadie seguro que sabe interpretar las sensaciones que desprenden los futbolistas. Es lo que tiene haber sido cocinero antes que fraile y Lluís ha vivido en sus propias carnes la presión de tener que ascender sí o sí. La sufrió cuando fichó por el Mallorca hace casi 20 años. Y ganó. Ahora, ¿por qué no puede volver a hacerlo?