En la imagen Gerard pugna con un jugador del Tenerife. | Ayoze Santana

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La llave para acceder al ático de la liga permanece escondida en las entrañas de Son Moix. Y el Mallorca, que sigue agazapado en la mitad inferior de la clasificación, está obligado a encontrarla para tomar posiciones y definir un futuro al alza. En menos de un mes, al equipo de Oltra recorrerá un sector clave del calendario en el que le esperan cuatro partidos básicos para aclarar su tendencia. Por sus rivales, acampados sobre todo en la zona selecta, y porque tres de esos duelos se representarán en el recinto del Camí dels Reis, en el que la escuadra balear todavía no ha logrado asentarse.

Lo cierto es que el Mallorca se encuentra de nuevo con la posibilidad de dar un golpe sobre la mesa. Falló hace dos semanas, cuando se entrometió en su camino el Zaragoza y le devolvió al lodazal, pero la victoria del último fin de semana en Tenerife avala su escalada.

En la primera estación coincidirá el Mallorca con un filial que se ahoga en su propia inexperiencia. El Real Madrid Castilla, que hasta ahora solo ha podido recopilar tres puntos gracias al bofetón que le propinó al Lugo, aún no ha superado el traumático cambio de ciclo que sacudió a su plantilla el pasado verano y alberga hasta ocho derrotas entre sus números. En cualquier caso, tampoco le afecta la presión de la tabla y en casi todos sus partidos ha puesto en aprietos a sus rivales. De hecho, nadie en el vestuario mallorquinista parece dispuesto a prestarle demasiada atención a sus números.

No obstante, el Mallorca no puede permitirse licencias de ningún tipo. Al menos este fin de semana. Además, el equipo debe corregir y enderezar el camino que sigue en su propio estadio, donde todavía no ha sido capaz de imponerse con autoridad.

Mientras la historia del fútbol y sus estadísticas anuncia que casi todos los grandes logros se edifican en casa, el Mallorca no explota frente a su público. Es más, le cuesta relajar los músculos y en cuanto aparecen los problemas, por pequeños que sean, se derrumban. Eso ha provocado que se hayan escapado de su estadio seis de los doce puntos por los que ha peleado en casa hasta la fecha (ha ganado a Alcorcón y Mirandés y cayó goleado ante Murcia y Zaragoza), o que tras nueve jornadas de competición sea el peor equipo de la Segunda División en su propio campo. Solo Hércules, Girona, Eibar, Tenerife, Deportivo y Castilla lo hacen peor como locales.

Archivado el partido contra el Castilla, el Mallorca viajará a la morada de líder. A la base de un Recreativo intratable que circula a una velocidad de vértigo. Intentará echar abajo la verja del Nuevo Colombino el equipo de Oltra, que ha conseguido encadenar dos victorias en sus últimas funciones lejos de Son Moix. Y a partir de ahí, otras dos citas para coger altura y elevarse hacia el cielo del campeonato. Primero contra un Lugo que también está respondiendo a lo grande a las exigencias de la categoría y después contra una Ponferradina que sueña con echar raíces entre los grandes. Curiosamente, el Mallorca ya se enfrentó a estos tres últimos equipos durante la pretemporada (aunque con los escenarios cambiados) y solo pudo derrotar a los bercianos.