Era la tercera final y esta vez el Mallorca cumplió con el papel de favorito para derrotar al Recreativo de Huelva (3-0) en una exhibición. Samuel Etoo acaparó todos los focos antes, durante y después del partido. Marcó dos goles y le hicieron el penalti que aprovechó Pandiani para abrir el marcador. | Efe

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El próximo viernes, el mallorquinismo rebobinará su disco duro para repasar las imágenes más lustrosas de su casi centenaria historia. El día 28 se cumplirán diez años, una década, de la conquista más preciada del Real Mallorca. Aquel 28 J de 2003, el estadio Martínez Valero de Elche albergó el éxito más notable del club balear.

Después de dos finales perdidas (1991 ante el Atlético de Madrid y 1998 frente al Barça), por fin pudo alcanzar la cumbre de su historia e inscribir su nombre en el palmarés de la Copa del Rey, el título que preside sus vitrinas. Aplastó al Recreativo de Huelva en una final monopolizada por Samuel Etoo y tocó el cielo (3-0).

La cita de Elche fue la culminación a una travesía copera perfecta. Tragó saliva en las primeras rondas -pasó la segunda en la tanda de penalties-; dejó en el camino a los finalistas de la campaña anterior (Real Madrid y Deportivo) y descargó todo su arsenal en la final.

La temporada comenzó a fuego lento. El equipo perdió en las tres primeras jornadas para encadenar después una racha de siete victorias consecutivas que le impulsó hasta la zona noble de la clasificación. En la Copa, Manzano probó la profundidad del banquillo y apostó por los menos habituales para las primeras rondas. Pasó problemas ante la Gramanet (Novo marcó en el último minuto) y frente al Hércules (Leo Franco y Miquel Soler resultaron determinantes en los penalties) para dar la talla ante el Valladolid.

Después de un resultado discreto en la ida (2-2), Carlos Domínguez explotó todo su olfato goleador en la vuelta (1-4) con un hat-trick que abrió las puertas de los cuartos de final. El club, el mallorquinismo en general, comenzó a priorizar la Copa después de aplastar al Real Madrid (1-1 en el Bernabéu y 4-0 en Son Moix) y acceder a las semifinales. La cosa ya iba en serio. Sin agobios clasificatorios -el equipo se movía por la zona media de la tabla-, Manzano comenzó a mimar a los titulares para el choque ante el Deportivo.

Tercera final

En Riazor, el grupo balear dio otra exhibición aunque el despiste final (del 0-3 al 2-3 en el descuento) casi le cuesta un disgusto. Por el otro lado del cuadro, Recreativo -verdugo de Atlético de Madrid- y Osasuna rivalizaban por el mismo objetivo: la final. En la vuelta, el Mallorca aguantó el acoso gallego y celebró el pase a la tercera final de su historia gracias al gol del Caño Ibagaza. En Pamplona, el Recre -colista de la Liga- dejó en la cuneta a los navarros para plantarse de forma sorprendente en la final.

La cita quedó fijada para el 28 de junio en el Martínez Valero de Elche. La afición rojilla se movilizó. Cerca de 12.000 aficionados bermellones se desplazaron hasta tierras ilicitanas para vivir en primera persona una cita histórica.

Samuel Etoo, el alma de aquel equipo, invitó a los seguidores a una paella para degustar las horas previas a la final. Precisamente el camerunés monopolizó todos los focos dos días antes de la cita. Su compañero Marc Vivian Foé falleció en plena semifinal de la Copa Confederaciones, que la selección camerunesa estaba disputando en Francia.

La escena de Gregorio Manzano comunicándole la noticia a Etoo es una de las imágenes de las vísperas. Samu se aisló. Sabía que una porción notable del éxito del Mallorca dependíe de él. Y no defraudó.
Manzano apostó de su once de gala. Con Leo Franco, Cortés, Nadal, Niño, Poli; Lozano; Novo, Ibagaza, Riera; Pandiani y Etoo.

En el Recre de Lucas Alcaraz jugaron Luque; Merino, Alex, Loren, Pernía; Javi García, Viqueira, Diego Camacho, Benítez; Mario Bermejo y Raúl Molina.

En la final, como se esperaba, el Mallorca salió con los galones, aunque los onubenses soltaron alguna contra con peligro. A los veinte minutos, Loren agarra a Etoo dentro del área y Pandiani no perdonó desde los once metros. Antes del descanso, al manacorí Xisco Muñoz -acababa de entrar por Bermejo- le anularon un gol por una falta sobre Poli.

Tras el descanso, Etoo se encargó de espantar los fantasmas con dos goles en apenas doce minutos (73 y 85) que liquidaron la final y le encumbraron en la historia del mallorquinismo. Miquel Angel Nadal alzó el trofeo al cielo alicantino ante el júbilo del mallorquinismo. Ya han pasado diez años. Una década de aquella conquista. Y el Mallorca celebrará esta efeméride en Segunda...