Los aficionados del Mallorca desplazados a Madrid, en un instante del encuentro frente al Atlético.

TW
7

A falta de una función para abrochar la temporada y encuadernarla, el Mallorca anda metido en un lío enorme. Atrapado en las arenas movedizas desde que destapó el segundo tercio del campeonato, el conjunto bermellón se mantiene enchufado a esa máquina que le ayuda a respirar desde hace unas semanas, pero el sábado, para bien o para mal, deberá desconectarse. Incapaz de imponer el decálogo de Manzano a su paso por el Vicente Calderón, el equipo balear solo intuye un pequeño punto de luz al final del túnel y salvo que lo alcance ante el Valladolid será equipo de Segunda. Además, hace tiempo que no depende de sí mismo. De hecho, esta ocasión va a tener que estar pendiente de hasta tres compañeros de viaje y solo en cuatro de los 81 supuestos que se plantean mantendría la categoría. Se puede, sí, pero solo si hay milagro de por medio.

En esta ocasión y a diferencia de lo que sucedía el pasado fin de semana, al Mallorca solo le vale ganar y cualquier signo distinto al 1 que se redacte en Son Moix equivaldrá a su descenso. La permanencia oscilará entre los 35 y los 38 puntos y el techo máximo del conjunto balear, que ahora mismo acumula 33, se encuentra en los 36. Con la victoria ante el Valladolid en el bolsillo cumpliría la primera porción del trabajo, pero faltarían otras tres cuartas partes del mismo para festejar la salvación y alinearse con ese 4,93% de posibilidades que le avalan.

A partir de ahí, otro paso imprescindible para que el sueño cristalice es que el Deportivo no puntúe. La escuadra de Fernando Vázquez, el único de los cuatro implicados que abrirá la jornada al otro lado de la frontera, suma 35 puntos y con uno más sería inalcanzable para el Mallorca, al que se impone en el golaverage directo. En ese sentido, la nota más positiva para los bermellones es que la escuadra de Riazor recibirá a una Real Sociedad enzarzada en la pelea por la Liga de Campeones que está forzada a vencer.

Si el Mallorca se encuentra durante la noche del sábado con su propia victoria y con una derrota deportivisita seguramente habrá completado la parte más compleja de la quimera, pero todavía le harán falta otros dos tropiezos hilvanados, los del Celta y el Zaragoza. Eso sí, al grupo de Manzano la alcanza con que unos y otros empaten. El cuadro vigués, que parecía totalmente descolgado hasta el domingo, respira otra vez a pleno pulmón y sus opciones se han revalorizado contra todo pronóstico. El aragonés, por su parte, está desquiciado desde que se le escapó el encuentro en La Romareda ante el Athletic y desprende un aroma insoportable.