Kevin García, titular en el lateral izquierdo, le sirvió el primer tanto en bandeja a Víctor Casadesús. | Javier Díaz

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91 días más tarde, el Mallorca vuelve a esbozar una sonrisa completa. Después de catorce partidos (11 de Liga y 3 Copa) disparando al aire y tras pasar una semana atrapado en el barro de la clasificación, el conjunto de Caparrós sale de nuevo a la superficie. En un estadio rodeado de espinas y ante un rival instalado en la parte alta, la escuadra rojilla se reencontraba además con las mejores sensaciones lejos de Son Moix, donde no imponía sus argumentos desde finales de la temporada pasada.

El Mallorca ha tenido que consumir casi un tercio del campeonato para volver a celebrar un resultado positivo y facturar tres puntos en el equipaje de vuelta a casa. Y lo hace en el mejor momento posible, justo antes del parón navideño y cuando el ambiente en torno al vestuario empezaba a resultar irrespirable. Los goles de Víctor Casadesús y Javi Márquez, dos tipos que también necesitaban una inyección de confianza, amortiguan una crisis que, en cualquier caso, seguirá precisando atenciones cuando llegue el nuevo año.

Victoria al margen, lo más importante para el Mallorca es que pasará las fiestas alejado del fuego, con unas perspectivas muy diferentes a las que contemplaban hasta ahora. Aunque el atasco del vagón de cola se mantiene, los rojillos han conseguido dar un paso al frente para acabar con una racha de resultados terrorífica y se supone que de ahora en adelante, sin la presión de los últimos meses, el equipo debería estabilizarse.

La anterior victoria del Mallorca como forastero databa del 28 de abril, cuando los isleños pasaban el rodillo en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe para engancharse a la zona elevada de la clasificación y conservar las opciones europeas. Desde entonces, su máxima cosecha en una salida había sido algún que otro empate.