Un espectador, en una de las gradas del estadio de Son Moix durante el encuentro celebrado el pasado domingo ante el Real Madrid.

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Hace apenas dos años, 22.667 espectadores presenciaron en directo el estreno del proyecto de José Mourinho al frente del Real Madrid. Anteayer, el vigente campeón de Liga desfiló por Son Moix ante solo ¡15.790 aficionados! -según los datos oficiales facilitados por la propia entidad- la asistencia más pobre en un partido frente a los madridistas en la historia del club balear. La imagen resultó deprimente y agranda la herida institucional, una hemorragia social que los gestores de la SAD no saben cómo taponar.

Da igual la hora y el día. Si hace frío o calor. Si llueve o graniza y si el rival es un recién ascendido o el vigente campeón. En las cinco primeras jornadas del campeonato en casa, la media de asistencias apenas supera los 12.000 espectadores (el 50% del aforo aproximadamente) cuando ya han desfilado por el Camí dels Reis dos de los tres primeros clasificados la campaña anterior, Valencia y Real Madrid.

En el último año, las butacas rojas de Son Moix se hacen cada vez más visibles. Y la imagen del pasado domingo es el ejemplo más notorio. El club balear, lejos de adecuarse a los nuevos tiempos y a la actual coyuntura económica, optó por fijar unos precios desorbitados (entre 65 y 135 euros) que provocó la estampida.

Esa circunstancia, unida a la notable disminución en el número de socios -este año la cifra no llega ni siquiera a los 10.000 abonados- desencadenó una estampa desoladora.

El campeonato ya arrancó con más cemento que público. La Liga comenzó con un duelo ante el Espanyol que registró una asistencia floja (11.703 espectadores). En el siguiente duelo en su centro de operaciones, la entrada fue de las peores que se recuerdan en los últimos tiempos, con apenas 9.900 aficionados que se acercaron el sábado por la noche hasta el Estadi para animar a su equipo. El público respondió a medias con la visita del Valencia, un choque que consolidaba al conjunto balear en la zona noble de la clasificación. 14.495 aficionados siguieron la entrega disputada el domingo al mediodía.

La afición

La gráfica de asistencia volvió a sufrir un bajón considerable con la visita del Granada, con 11.605 seguidores. Y el pasado domingo, con el Real Madrid -que tradicionalmente solía arrastrar entre 19.000 y 20.000 espectadores- la afición le dio la espalda al equipo y a la decisión de los gestores de fijar unos precios tan elevados.

Además, de los 15.790 espectadores que acudieron a Son Moix, prácticamente la mitad del estadio celebró los goles conseguidos por el Real Madrid. Precisamente esa división en las gradas provocó algún roce entre los sectores de ambos bandos, sobre todo cuando Cristiano Ronaldo se encaró con una facción de la hinchada rojilla.

La sangría en la media de espectadores que acuden al estadio bermellón es notable. En el último lustro, el club ha perdido entre cuatro y cinco mil fieles, tanto en el número de abonados como en la afluencia al estadio. Este hecho, no obstante, no ha provocado ninguna reacción entre los dirigentes del club balear, que tienen previsto mantener los mismos precios de cara al siguiente compromiso que afrontará el conjunto de Joaquín Caparrós en Son Moix con la visita del Fútbol Club Barcelona.