El defensa portugués del RCD Mallorca José Carlos de Araujo Nunes (i) celebra su gol, el cuarto de su equipo, junto a sus compañeros Gonzalo "Chori" Castro, Fernando Tissone, Tomer Hemed, Víctor Casadesús, Pablo Cáceres, Martí Crespí y José Luis Martí (izq-dcha). | Montserrat T. Diez

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Mallorca 4 - 0 Villarreal


Mallorca: Aouate; Martí Crespí (Zuiverloon, min. 72), Nunes, Ramis, Cáceres; Pereira, Tissone (Pina, min. 83), Martí, Castro; Víctor y Hemed (Alfaro, min. 67)

Villarreal: Diego López; Oriol, Musacchio, Gonzalo, Mario Gaspar; Cani (Castellani. min. 67), Bruno, Marcos Senna(Pérez, min. 81), Camuñas (Martinuccio, min. 46); Borja; Rubén.

Goles: 1-0, min. 40; Víctor Casasdesús; 2-0, min. 52: Martí; 3-0, min. 64: Víctor Casadesús; 4-0, min. 67: Nunes.

Árbitro: Álvarez Izquierdo (comité catalán). Amonestó a Marcos Senna, Tissone, Nunes, Martí Crespí, Pina.

Después de acostumbrarse a vivir con lo justo, el Mallorca decidió soltarse al fin la melena. En el momento indicado y frente al mejor enemigo posible. Propulsado por la electricidad de Castro, las balas de Víctor y la sangre de veteranos como Nunes y Martí, el equipo de Caparrós disfrutó ayer de esa fiesta que llevaba más de un año y medio preparando. Al Villarreal, señalado en Son Moix desde que heredó el último pasaporte rojillo tras provocar un desagradable conflicto en los despachos, le cayó encima el peso de una hinchada que llevaba mucho tiempo soñando con una jornada así. Anulados de principio a fin, los castellonenses se dejaron el submarino en Palma y se vieron desbordados -en el campo y en la clasificación- por los efectos de la exhibición más contundente del grupo bermellón en todo el campeonato (4-0).

El pulso propiamente dicho no duró más de cuarenta minutos, justo el tiempo que tardó el Mallorca en ajustar el punto de mira y reventar la puerta de Diego López. Hasta entonces, casi todo el guión del encuentro se había escenificado en campo amarillo, pero al menos los de Molina habían ofrecido resistencia resguardándose tras la pared que intentó levantar el técnico visitante en la zona ancha. Mientras Marcos Senna y Bruno contuvieron el caudal isleño el partido conservó el equilibrio. Pero a partir de ahí, todo se redujo a un simple monólogo.

Superioridad

Antes de que Víctor descorchase el marcador, el Mallorca había intentado abrirse camino por varias vías. Primero, con una incursión por la derecha de Pereira que no acertó a rematar Hemed. Y casi a continuación, con un libre directo en el que Ramis midió la puntería de su pierna derecha. El Villarreal, por su parte, intentaba subirse a la espalda de Borja Valero para crecer e imponer su teórica superioridad, aunque apenas generó dos ocasiones antes de apagarse definitivamente. Y en ambas, Marco Ruben se topó con algún obstáculo.

Cuando parecía que el partido iba a anestesiarse, el Mallorca lo reactivó de golpe. Un contralgolpe bien proyectado le ofreció a Hemed la posibilidad de mirar a los ojos a Diego López, pero el israelí se fue escorando y acabó siendo víctima de una falta que mereció la expulsión. El meta no era el último jugador de su equipo ni se trataba de una ocasión manifiesta de gol, aunque la dureza de su entrada debería haber recibido un castigo mayor.

La falta no alteró la fisonomía del Villarreal, pero ayudó a que Castro inaugurase oficialmente la fiesta con la primera de sus asistencias. Víctor Casadesús, liberado de cualquier tipo de vigilancia, sólo tuvo que acomodar el cuerpo para abrir la lata.

El segundo tiempo fue de dirección única. En otra acción a balón parado ejecutada por Castro, Diego López erró en la salida y Martí cazó el balón al vuelo para ensanchar la distancia entre uno y otro equipo. En ese momento, el choque se quebró definitivamente y el Mallorca aprovechó las fugas de su invitado para redactar el papeleo de su primera goleada en el torneo regular. La venganza acababa de completarse. En el momento indicado. Ante el mejor enemigo posible.