El defensa del RCD Mallorca Iván Ramis (d) celebra su gol junto a sus compañeros José Carlos de Araujo Nunes (i) y Tomás Pina. | Efe

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Rayo Vallecano 0 ? 1 Mallorca


Rayo Vallecano: Dani Giménez; Tito, Arribas, Labaka (Perea, m.79), Casado; Movilla (Delibasic, m.65), Javi Fuego; Trashorras, Michu, Piti (Rayco, m.71); y Tamudo.

Mallorca: Aouate; Chico, Nunes, Ramis, Cáceres; Pereira, Tissone, Martí (Pina, m.53), Chory Castro (Nsue, m.80); Víctor y Ogunjimi (Alfaro, m.65).

Goles: 0-1: M.56 Ramis.

Árbitro: Iturralde González (comité vasco). Amonestó a Trashorras del Rayo Vallecano, y a Martí, Tissone, Chico y Pereira del Mallorca.


El Mallorca encontró un botín extraordinario en Vallecas. Nulo en ataque y dubitativo en la creación, el grupo balear se apoyó en su seguridad defensiva, en un gol de Ramis a balón parado a la hora de partido y en alguna decisión arbitral -Iturralde no vio unas manos de Chico dentro del área en los estertores del duelo- para prolongar su buen momento a domicilio, espantar momentáneamente los fantasmas y echar el cierre a la primera vuelta del campeonato con 22 puntos. La escuadra balear, que vivió una porción notable de la tarde a merced de un buen Rayo Vallecano, supo resistir el asedio local para atrapar una victoria que le permite cruzar el ecuador del torneo con la mochila repleta de confianza. El esfuerzo defensivo del equipo dirigido ayer por Luci -el sancionado Caparrós dio órdenes desde un palco de prensa- obtuvo una recompensa extraordinaria en un estadio poco propicio para la variante (0-1).

Las dimensiones de Vallecas marcan el guión del partido. Es un fútbol entre la maleza. Cualquier patadón puede desembocar en un peligro y conviene salir enchufado desde la caseta para evitar imprevistos. Es un juego para obreros donde los artistas no tienen cabida. Así, arremangado, el Mallorca dio la cara ante el tímido arreón inicial del Rayo. Caparrós taponó la hemorragia abierta en el laberal derecho con Chico, un central que tragó saliva en cada sacudida local por su orilla. Central poderoso y expeditivo, el gaditano anduvo perdido en el lateral. Las asociaciones entre Trashorras y Casado destaparon sus carencias para ocupar esa zona, aunque mejoró en el segundo acto.

Pero antes de que el Rayo se diera cuenta de las brechas isleñas en los laterales -Cáceres también dejó abierta su puerta con facilidad en la primera mitad-, el Mallorca vivió tranquilo. A las espaldas de Tissone, sin duda el futbolista que más galones ha asumido en las últimas semanas, el grupo balear se fajó con fe en el fútbol subterráneo y arcaico que proponía la tarde. Con Ogunjimi como faro ofensivo y Víctor por detrás, el conjunto bermellón miró a Dani Giménez en un par de ocasiones. Principalmente a balón parado. Aunque tampoco asustó demasiado.

De repente, Sandoval pegó unos gritos desde su banquillo que activaron a los suyos y a la hinchada. La primera ocasión llegó en las botas de Javi Fuego, que dejó en evidencia a Cáceres para encarar a Aouate. El israelí respondió con los pies. Fue cruzar el ecuador del primer acto y el Rayo se desperezó. Movilla comenzó a aparecer, Javi Fuego y Trashorras entraban por bandas, Michu creaba peligro en el juego aéreo y Tamudo fijaba a los centrales. Con un fútbol vertical y alegre, directo pero combinativo, el Rayo Vallecano comenzó a amasar ocasiones. A circular por la frontera del gol. Los guantes de Aouate amortiguaron los disparos de Michu y Trashorras; los rayistas reclamaron manos de Ramis dentro del área; Casado envió un balón al poste tras un centro pasado, con caño incluido a Chico, y Michu despedició tres cabezazos a bocajarro en área pequeña... El descanso salvó a un Mallorca grogui. El Rayo lo había hecho todo bien, pero se retiraba a los vestuarios con 0-0. Increíble.

En el segundo acto, los bermellones se presentaron con otra cara. Consciente de que el Rayo le había perdonado la vida en el primer tiempo, los hombres del activo Luci -no paró de corregir a los suyos- se arremangaron para sujetar las embestidas de su enemigo. Martí, con una tarjeta desde la media hora, se jugó la expulsión con una entrada a destiempo. Caparrós no lo dudó y metió a Pina en la arena. Ahí comenzó a respirar el equipo, que le arrebató el mando del partido al Rayo y contemporizó más el duelo. Como el juego combinativo no existía, el peligro tenía que fabricarse a balón parado. Y así fue. Castro botó una falta lateral y Ramis se elevó entre la defensa rayista para cabecear de forma impecable (min. 56). Primer chut a puerta y gol. No se podía obtener más con menos.

El gol le hizo daño al Rayo. Le noqueó. Movilla ya no construía y Michu pasaba desapercibido. Sandoval metió a Delibasic y el canterano Rayco en busco del empate, mientras Caparrós retiraba a Ogunjimi -bastante gris- para dar entrada a Alfaro. El Rayo tumbó el campo, hubo jugadas discutibles -un choque entre Nunes y Tamudo, unas manos de Chico, alguna cesión...- pero la defensa se encargó de apagar todos los incendios. El Mallorca dispuso del 0-2 en alguna contra mal finalizada por Pereira y, la más clara, por Víctor, que se llenó de balón en la cara de Dani Giménez. Al final, el Rayo agachó la cabeza ante tanto infortunio, mientras los isleños alzaban los brazos. 0-1, 22 puntos y a soñar el miércoles ante el Athletic Club...