Joaquín Caparrós gesticula durante el partido disputado en Anoeta.

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Joaquín Caparrós sacó a relucir su lado oscuro. La basura esparcida anteayer por el Mallorca sobre el césped de Anoeta, en una de las peores actuaciones que se recuerdan, colmaron el vaso de la paciencia del técnico sevillano, que se transformó en San Sebastián como nunca lo había hecho. El míster sacó el látigo para atizar a sus jugadores. Les recriminó su falta de actitud. Su falta de tensión y de ganas.

La primera medida que tomó Caparrós pasó por alterar la agenda prevista y fijar una sesión preparatoria de castigo en forma de carbón para la noche de ayer, coincidiendo con la Cabalgata de los Reyes Magos. Al preparador utrerano le decepcionó especialmente las formas mostradas ante la Real Sociedad, con una indolencia y un pasotismo inexcusable para profesionales. Con la intención de corregir los errores, el entrenador sevillano citó anoche a sus jugadores en el Estadio y a puerta cerrada. No quiere que se repita una actuación tan infame como la que sucedió ante la Real Sociedad y que desembocó en un resultado (2-0) que le aleja de los cuartos de final de la Copa del Rey.

Joaquín Caparrós, al igual que los integrantes del plantel, reconocieron al término del encuentro su malestar por la mala imagen ofrecida. Con la excepción del primer cuarto de hora, el equipo balear deambuló por el terreno de juego.

Sin ninguna capacidad de reacción, se limitó a perseguir sombras, una actitud que desquició a Capa , un técnico que siempre se ha caracterizado por la garra que esparcen sus equipos. «Ha sido un partido horrible. No hemos tenido una buena actitud y para ganar un partido hay que hacer más cosas. Muchas más», aseguró el entrenador tras la dolorosa derrota en Anoeta.

El preparador utrerano, que había concedido libre a sus jugadores en Nochevieja y Año Nuevo, exteriorizó su enfado por la actuación en Donosti y por ello programó el entrenamiento vespertino en el estadio de Son Moix para toda la plantilla, incluido el grueso de los titulares que no se desplazaron hasta San Sebastián.

Los propios futbolistas reconocieron no haber estado a la altura y la mayoría no se mordió la lengua a la hora de entonar el mea culpa . Uno de los más críticos fue el portero Calatayud: «Nos han ganado en todo y más que el resultado preocupa la actitud. Debemos mirarnos todos a los ojos y hacer mucha autocrítica, porque representamos a un equipo, a un escudo y a una ciudad».

No fue una víspera de Reyes ideal para la plantilla mallorquinista, que sin tiempo para lamer las heridas, hoy emprenderá viaje rumbo a Valencia para medirse mañana al Levante. Es la cuesta de enero.