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Veinticuatro horas después de que el Real Mallorca le despojara de su mano derecha con la fulminante destitución de Erik Larsen, su hombre de máxima confianza, Michael Laudrup optó por seguir la estela de su ayudante, arrojar la toalla e irse a casa. El técnico danés, que hoy debe rubricar su despedida tras el principio de acuerdo alcanzado anoche con el club balear para la rescisión de su contrato, renuncia a más de la mitad de su ficha -percibirá un finiquito cercano a los 300.000 euros- para cerrar la puerta de su traumática convivencia con el máximo accionista.

En julio de 2010, llegó como el principal abanderado del proyecto de Serra. Un año y casi tres meses después, Laudrup abandona el barco con las citas de sus refriegas con el accionista mayoritario reflejadas en su rostro y su ánimo. Abandona el Mallorca hastiado, con el apoyo de todo el vestuario y disparando con bala. «El Mallorca será lo que Ferrer quiera que sea», zanjó en la mañana de ayer en su declaración de despedida.

Los errores en la planificación deportiva -marcha de De Guzman, fichaje tardío del delantero...- provocaron hace menos de un mes una incendiaria rueda de prensa del técnico danés. Tras esa rajada, Laudrup tenía previsto dimitir. Sobre todo por la actitud del director deportivo, que lejos de admitir sus errores declaró abiertamente que la plantilla disponía de «siete delanteros» para afrontar el campeonato...

La intervención de Pedro Terrasa frenó la dimisión del danés. Pero su marcha parecía cuestión de tiempo. Su divorcio con el máximo accionista -no se han cruzado palabra desde el pasado 1 de septiembre- ya desfilaba por todas las pasarelas mediáticas. Por todos los rincones de la Isla. El divorcio era absoluto y el destino de Laudrup ya tenía fecha de caducidad.

La destitución del pasado lunes de Erik Larsen por llamar «mala persona» a Serra Ferrer precipitó los acontecimientos y adelantó la anunciada caída de Laudrup.

El técnico se presentó ayer en la Ciudad Deportiva, se despidió de los jugadores e instó al club a buscar una salida «por el bien de la entidad». De inmediato, el director general Pedro Terrasa se puso manos a la obra y al filo de las ocho de la tarde, el culebrón concluyó con el acuerdo alcanzado para la rescisión de su contrato.

«Le doy las gracias a Michael, que ha mirado más el Mallorca que sus intereses personales», señaló el consejero delegado, que elogió el paso dado por el entrenador danés para solucionar el conflicto: «Hemos intentado resolver esta situación desde la conciliación, pero no ha sido posible. Y a Laudrup le honra el paso que ha dado para arreglar este conflicto por el bien del Mallorca».