Michael Laudrup, durante un entrenamiento celebrado en Son Moix.

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Módulo D del aeropuerto de Son Sant Joan. Michael Laudrup departe con sus colaboradores en una cafetería próxima a la puerta de embarque. El danés no parece haberse percatado de la proximidad de Llorenç Serra Ferrer, que escoltado por el consejero Biel Cerdà, saluda al entrenador. El gesto es tibio. Estrechan sus manos y punto. Tras el protocolo, cada uno vuelve a lo suyo. El vuelo a Valencia lleva un ligero retraso, aunque esta circunstancia tampoco propicia acercamiento alguno entre el director deportivo del club y el primer entrenador.

De hecho, una vez en el interior de la aeronave se produce un hecho curioso. La expedición del Mallorca se acomoda en la parte central del avión. Futbolistas, cuerpo técnico, asistentes... incluso Pere Terrasa, director general de gestión, ocupa su asiento junto al grueso del grupo, en concreto, junto a Miki Garro, preparador de porteros. Serra Ferrer y Cerdà ocupan asientos delanteros.

La llegada a Manisses tampoco altera las pulsaciones de los dos grandes iconos de la guerra civil en la que se encuentra inmersa el Mallorca.

El máximo accionista de la SAD balear y su «guardaespaldas» son los primeros en acceder al autobús que debe desplazar al equipo a Villarreal. Ocupan una de las primeras filas del vehículo, unos pocos minutos después van llegando los jugadores. La cámara de la televisión autonómica busca el rostro de Serra Ferrer y el acceso de Laudrup, pero cuando el pobler se percata de la presencia de la televisión, se oculta tras una cortina.

Alejados

El danés acaba ocupando el asiento más cercano al conductor, acomodado relativamente lejos del director deportivo, junto a su inseparable Cerdà, el hombre que lleva meses buscando inversores para el nuevo Lluís Sitjar. En el autobús tampoco intercambian palabra alguna.

Llegada al hotel, el Vila-Real Palace. Todo está preparado. El jefe de recepción recibe de forma cordial a Damià Amer, a quien entrega las llaves de las habitaciones. El delegado bermellón inicia el reparto. Serra Ferrer elige una esquina de la recepción. Antes se había fotografiado junto a un par de caza-autógrafos . Sus esfuerzos por evitar a Laudrup son evidentes.

Miquel Àngel Nadal sonríe, aunque quizás es un esfuerzo para disimular su incredulidad ante un escenario que sólo genera tensión. No hay más. Mañana (hoy para el lector) hay partido. Será el cuarto de la temporada. Es pronto, pero el Mallorca se juega bastante. Probablemente, Laudrup, mucho más.