Jonathan de Guzman pugna por el balón ante Mario Alberto Santana. | Monserrat

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5

Mallorca 0

Nápoles 1


Mallorca
: Aouate, Zuiverloon, Ramis, Nunes, Cáceres, De Guzmán, Tejera, Martí, Nsue, Alfaro y Hemed. También jugaron Crespi, Castro, Pina

Nápoles: Rosati, Víctor Ruiz, Aronica, Dossena, Mascara, Campagnaro, Zuñiga, Santana, Dzemaili, Donadel Marco y Lucarelli. También han jugado Inler, Hamsik, Maggio y Jacopo.

Gol: 0-1, m. 14: Zúñiga.

Àrbitro: Pedro Surena Cuenca. Amonestó a Martí por obstrucción, a Donadel Marco y Lucarelli por entradas a rivales, y a Castro por protestar una decisión arbitral.

Apagado y sin esa chispa con la que se había expresado hasta ahora, el Mallorca abrochó entre murmullos su puesta de largo. Superado durante un buen tramo de la función por un Nápoles cargado de suplentes, el equipo balear fue incapaz de retener el Ciutat de Palma y acabó hincando la rodilla ante un excelso tanto del colombiano Zúñiga justo a una semana de introducirse en la espiral competitiva (0-1).

Despojado de sus estrellas y representado por su segunda unidad, el Nápoles salió lanzado al tapete de Son Moix. El técnico visitante, Walter Mazzarri, apostó en Palma por sus futbolistas menos habituales, que trataron de aprovechar la oportunidad que se les presentaba y le dieron un aire especial al prólogo del encuentro. Sin embargo, esa salida en tromba sorprendió al Mallorca en pijama. No había conseguido arrancarse las legañas y el conjunto de Laudrup ya amontonaba un par de ocasiones en contra que inclinaban el campo en dirección al portal de Aouate. La más clara de todas en la cabeza de Campagnaro, que estuvo a punto de exprimir la fragilidad defensiva bermellona en ese tramo. Respondieron los locales casi al momento con un lanzamiento de falta de Jonathan de Guzman que apuntaba directamente a la escuadra derecha del arco partenopeo, pero una mano genial de Rosati abortó el gol e impidió que el hielo se rompiera del todo.

A partir de ese momento, el dominio napolitano se fue acuentando. Apoyado en un sorprendente manual que la temporada pasada le proporcionó unos dividendos altísimos, el cuadro italiano arrinconó al Mallorca en su propia parcela y le agujereó por los costados. Sobre todo por el izquierdo, donde Dossena y Santana abusaban de Gianni Zuiverloon. Y fue precisamente ahí donde germinó el tanto que desprecintaría el marcador. Santana rebañaba el largo del campo y servía la bola la meollo del área, donde llegaba Juan Camilo Zúñiga como un avión para aprovechar el retraso en la acción de Iván Ramis y perforar la puerta de Aouate. Un golazo que, además de encender definitivamente el partido, provocaba un estallido entre la parroquia napolitana que ocupaba las gradas del Iberostar.

El Mallorca, mucho menos consistente de lo que se había mostrado durante su gira por los Países Bajos, trató de incorporarse al partido, aunque apenas le causó daños a su enemigo. Sólo en alguna ráfaga pudo alterar la escuadra isleña un guión que en esos momentos era de dirección única. Nsue, con una gran asistencia sobre Tejera, encontró la tecla correcta, aunque el mediapunta catalán erraba al encontrarse cara a cara con el portero. A continuación, Pep Lluís Martí estampaba la pelota contra el rechace palo y en el rechace era De Guzman, examinado con lupa durante los noventa minutos, quien la mandaba alto para arrojar a la papelera una de las pocas oportunidades mallorquinistas del primer acto. Eso sí, minutos antes Cristiano Lucarellí también había desperdiciado un puñado de munición en la orilla contraria. Solo ante la salida de Dudu Aouate, el Toro de Livorno había intentado agrandar la renta de su equipo por alto, pero una mano lanzada a tiempo por el israelí desviaba el cuero a la pista de atletismo y mantenía las distancias entre las formaciones.

Después del descanso los cambios difuminaron el aspecto de unos y otros. El Mallorca creció por obligación y al Nápoles se le fueron apagando poco a poco las pilas, a medida que iba subrayando su juego defensivo. Los de Laudrup se lanzaron a por la igualada en un nuevo intento por agradar a la hinchada y forzaron al Nápoles a multiplicarse en la línea defensiva. Nsue disfrutó de la mayor oportunidad a pase de Alfaro, pero otra gran intervención de Rosati lo dejó todo como estaba e impidió que el marcador se alterara.