Varios jugadores del RCD Mallorca celebran el gol que su compañero Iván Ramis ha marcado al Levante UD. | Efe

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Levante 1 ? 1 Mallorca

Levante: Munúa, Javi Venta, Ballesteros, Nano, Del Horno (Juanfran, m.75), Iborra, Xavi Torres, Valdo (Rubén, m.70), Xisco Muñoz (Jefferson Montero, m.61), Juanlu y Caicedo.

Mallorca: Aouate, Pau Cendrós, Ramis, Nunes, Ayoze, Martí, De Guzmán, Tejera (Joao Víctor, m.74), Aki (Pereira, m.54), N'Sué y Webo.

Goles: 1-0, m.37: Juanlu. 1-1, m.60: Ramis.

Àrbitro: Estrada Fernández (comité catalán). Amonestó por el Levante a Valdo, Juanlu, Nano y Ballesteros y por el Mallorca a Aki y Ayoze.

En plenas Fallas, el Mallorca logró escapar del incendio que le sorprendió en el Ciutat de València. El cuadro de Laudrup, que irrumpía en el hogar del Levante dispuesto a ahuyentar los fantasmas que se habían entrometido ultimamente en su camino, combinó una función de contrastes y acabó actualizando su cuenta como visitante en un escenario hostil. Tras un primer tiempo casi perfecto en el que paradójicamente cayeron derrotados a los puntos, los baleares acabaron saliendo a la superficie y gestionaron a la perfección su renta en un epílogo pasado de revoluciones. Buena señal (1-1).

Acudió el Mallorca al examen con el rostro maquillado. Laudrup apartó del once Castro y Pereira para alinear a Martí y De Guzman en la sala de máquinas, con Tejera, Aki y Nsue por delante. Y de salida, esa atrevida fórmula reportó dividendos inmediatos. Sobre todo, gracias a la aportación del futbolista catalán, que se ha destapado como uno de los mejores recursos del técnico a la hora de ensamblar las líneas más avanzadas del equipo. Gracias a eso, los baleares establecieron de inicio una dictadura con la quebloquearon al Levante y con la que pudieron resolver la cita después de trazar un primer cuarto de hora de ensueño. Nsue desprecintó el partido con un disparo suave y abrió la puerta a un vendaval que sirvió para marcar muy bien el terreno, las distancias entre uno y otro. Aki siguió los pasos del canterano y continuó emitiendo en esa fase del encuentro las vibraciones que había transmitido en sus últimas apariciones desde el banquillo, aunque después su juego resultara efervescente y careciese de la chispa que le había convertido en el mejor revulsivo del grupo.

Pese a todo, los mejores momentos del Mallorca estaban por llegar. Tejera, el jugador más clarividente del ejército bermellón, se asoció con Webó, que previamente le había ganado la espalda a Ballesteros, y su pase al hueco desembocó en la más grande oportunidad del primer acto. El camerunés resolvió además de forma genial la media salida de Munúa y sólo el palo derecho de la portería azulgrana evitó el gol. Primera bala al aire.

Subido a esa ola, el Mallorca siguió elaborando fútbol de calidad, fresco y dinámico. Tejera, pese a moverse escorado hacia la derecha, canalizaba con clase el torrente y otro de sus envíos derivó en un mano a mano entre Aki y Munúa del que salió victorioso el portero levantinista. En cualquier caso, la montaña de ocasiones empezaba a ser importante y el equipo seguía sin provocar una sola herida.

A partir de ahí, casi de repente, el combate se quedó sin tensión. El Mallorca perdió el gas y el Levante lo aprovechó para ponerle hielo a la cita. El dominio se dividió y los de Luis García crecieron, aunque fuera sólo unos centímetros. Los baleares habían dejado de empujar y entró el encuentro en una dinámica peligrosa, a pesar de que los locales seguían sin verle la cara a Aouate. No obstante, llegaron a encontrar oro en un saque de esquina. El israelí primero y Tejera después, trataron de alejar la bola del área insular, pero ésta llegó con alguna que otra dificultad al radio de acción de Juanlu, que la domó mediante una volea espectacular que se coló por una de las esquinas inferiores de la puerta mallorquinista. Sin merecerlo, tomaba ventaja la formación valenciana, que le aplicaba a su invitado un duro castigo moral. Durísimo. Primer disparo a puerta, primer gol.

Aparentemente, no le sentó tan mal el golpe al Mallorca, que acarició el empate sólo tres minutos después de que se descorchara el marcador. Munúa, con una de las paradas de la tarde, mandó al limbo un misil de Nsue, aunque la réplica granota pudo ser devastadora. Afortunadamente, Xisco Muñoz cabeceó a puerta vacía un centro que había recibido desde el flanco derecho y todo quedó suspendido hasta el segundo asalto.

El ecuador del partido marcó también un intercambio de papeles. El Levante se lanzó por el segundo y Laudrup, que no suele agitar el banquillo hasta los postres, se vio obligado a subir una marcha dándole paso a Pereira. Justo después y coincidiendo con uno de los tramos de mayor oscuridad, el Mallorca halló una burbuja de oxígeno. A balón parado, concretamente. Una falta alojada en la frontal, ayudó a que Ramis se animara a buscar la igualada y el disparo del central, tras impactar en Ballesteros, acabó chocando contra la red.

El empate rebajó la ansiedad del Mallorca, pero no abrillantó su juego, que nada tenía que ver con el del prólogo. Después, las rotaciones de Luis García ensancharon aún más al Levante. Los azulgrana iniciaron un monólogo que se alargó hasta el descuento y que sólo suavizaron los centrales isleños o, en su defecto, Aouate. El israelí se jugó el físico para repeler un disparo envenenado de Jefferson Montero y dejó el marcador como estaba. Al fin y al cabo, el empate tenía un valor altísimo y servía para ver otra vez la luz, para rescatar el optimismo.