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El paso del tiempo nos hará ver con perspectiva el legado de Sete Benavides, el pionero dentro de una generación de piragüistas que ha dado voz y luz a un deporte en el que España es potencia y el Náutico del Port de Pollença potencia mundial. Junto a su inseparable Kiko Martín recorrieron miles de kilómetros a la caza de un sueño que llegó, años después y sin derecho a disfrutar de su momento, en forma de medalla de bronce. La olímpica, la que se les escapó dos veces en el agua, pero que hizo justicia. Porque sólo un tramposo le privó de la gloria en Londres 2012, pero si algo se ha ganado Sete es el cariño y el reconocimiento de sus compañeros. Y de la calle, porque si algo son él y su entrenador es gente corriente, normal. Dos currantes que perseguían un sueño que, aunque con retraso y en Madrid, acabó haciéndose realidad.