«Mi abuelo era catalán. Ciclista y pastelero. Conoció a mi abuela en Mallorca y los primeros años el negocio estuvo en la calle Padre Molina, en Palma, antes de llegar aquí», rememora Vicenç, al frente de la tercera generación del negocio familiar, quien recibe a veces la visita de excompañeros (Cavendish, Greipel, Gilbert, Degenkolb...) que saben de su presencia en Deià durante sus estancias o pretemporadas en la Isla.
Dedicación
Admite Vicenç Reynés que su nuevo oficio «es como la bicicleta: te pide horas y pasión. Te tiene que gustar mucho. Si no te gusta, olvídate...». Y, a la vez lamenta que «es un oficio que se está perdiendo a nivel artesanal. Nosotros lo hacemos todo bajo el método tradicional, como empezó con mi abuelo, que fue quien me metió en el ciclismo», recuerda emocionado el exciclista. «Él me acompañaba cuando empecé con la bicicleta un poco en serio. Y me decía que ojalá llegara a ser ciclista profesional y luego pudiera seguir con el negocio... Pues he hecho las dos cosas», añade Vicenç, que una vez recuperado de las dolencias que forzaron su retirada en 2017, ha vuelto a salir a dar pedales por las carreteras de Mallorca. «Esto no se puede dejar, son muchos años y me ayuda a desconectar y a estar en forma, aunque el forn también es un buen deporte», prosigue con una perenne sonrisa.
Recuerda como especialmente duros en estos primeros años a los mandos del Forn Deià los meses del confinamiento. «Deià es un pueblo pequeño, y se quedó vacío durante la pandemia», una situación que les llevó a reinventarse «y sacar el producto por toda la Isla, para ampliar las perspectivas de negocio y poder seguir adelante», explica Vicenç, quien fuera ganador de una etapa en la París-Niza, del Circuito de Getxo y una etapa en la Challenge de Mallorca. Y que ha cambiado el pelotón por el horno de su localidad natal.
Polivalencia en carretera y el obrador
Como ciclista, Vicenç Reynés se distinguió como un trabajador en beneficio del equipo, destacando sus virtudes a la hora de meterse en esprints y llegadas en masa, en las que se produjeron sus principales triunfos en el World Tour. A sus 39 años, esa capacidad de sacrificio y polivalencia en la carretera se han trasladado al obrador del Forn Deià, donde el exprofesional de la localidad de la Serra se desenvuelve con soltura en todas las tareas de panadería y pastelería.
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