La escaladora y alpinista Araceli Segarra mira al introductor de su figura, Álex García, durante la conferencia que ayer ofreció en el Club Ultima Hora. Fotos: JOAN TORRES / TERESA AYUGA

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La sala Aljub del Museu Es Baluard se quedó pequeña. La ocasión bien merecía acudir a la cita con el Club Ultima Hora , que ayer dio cobijo a una leyenda del deporte. A la primera española capaz de coronar la cima del techo del mundo, el Everest. Araceli Segarra, escaladora, alpinista, ilustradora, conferenciante, modelo y personaje polifacético, compartió con un público experto y atento a cada una de sus palabras cada una de sus vivencias en el hábitat en el que mejor de desenvuelve: las alturas. Tras una breve presentación por parte de Álex García, profesor de Psicologia de l'Activitat Física i l'Esport de la UIB, Segarra encandiló a los asistentes con cada una de sus experiencias, anécdotas que forman parte de una trayectoria que le ha permitido desarrollar una filosofía de la vida y el deporte que hace de la montañera un personaje tan singular como especial.

Bajo el título Viaje y deporte, una escuela para la vida , Araceli Segarra inició su apasionante relato dejando claras las líneas maestras de su libro de ruta. «Viajar o practicar deporte te enseña cómo eres tú realmente. Qué virtudes, habilidades o defectos tienes», aseguró, a la par que confesó que esas expediciones le ayudaron a aprender «a no sentir el fracaso como tal».

En ese punto, hizo referencia a su primera visita al Everest, en la que no logró alcanzar la cúspide. «Decidí darme la vuelta, abandonar. Puede significar un fallo, pero para mí es regresar con los bolsillos llenos. No lo entiendo como un fracaso», dijo.

Su siguiente escala fue el K-2, donde Segarra descubrió «la sensación de fragilidad, aislamiento», y pese a no alcanzar su meta «no volvimos como fracasados, porque lo dimos todo». Su paso por el Kanchenjunga le permitió extraer una conclusión clave en su vida. «No renuncies a lo que crees. Volver a casa sin hacer cima puede significar que puedes probar de nuevo, lo que quieras y cuando quieras», prosiguió.

Otro de los escenarios que han marcado el tránsito de la escaladora catalana fue el Shisha Pangma, donde sí hollaron la cima. «Fue el origen de todo. Subimos al estilo alpino, y el entusiasmo y la preparación que llevábamos detrás, nos hizo que no abandonáramos», admitió la deportista, ante la atenta mirada de un auditorio entusiasmado por sus vivencias y el ritmo que imprimió a su relato personal.

Pero el momento que marcó un antes y un después en su vida fue el de ser la primera mujer nacida en nuestro país capaz de pisar la cima del Everest, una experiencia que le marcó «no tanto por la ascensión, sino por lo que comportaba rodar un documental en formato IMAX», recordando la tragedia que encontraron allí y todo lo que llevó consigo esa triste circunstancia. De todo ello, extrajo Segarra la idea de que «la montaña no hace mejor o peor a la gente».

El tránsito por el Himalaya fue la antesala del repaso a un marco que tiene un especial significado para Araceli Segarra: la Patagonia. «Ahí, aprendimos la máxima de que 'amenaza buen tiempo'. Y aunque estés muy destrozado, debes salir», advirtió.

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