Kathrine Switzer posa para este periódico en el Paseo Marítimo. | Teresa Ayuga

TW
2

Palma se convertirá el próximo 30 de marzo de 2014 en la primera ciudad europea que alberga un maratón solo para mujeres y lo hará de la mano de una atleta que cambio el curso de la historia del deporte femenino.
«No se trata solo de correr, se trata de cambiar la vida de las mujeres», resume Kathrine Switzer (Amberg, Alemania, 5-1-1947). Ella cambió el curso de la historia del atletismo disputando el maratón de Boston de 1967 cuando solo era para hombres. Usó sus iniciales KV (Kathrine Virginia) junto a su apellido para ocultar su identidad. Terminó los 42.195 metros en 4 horas y 20 minutos en los que tuvo que lidiar contra los jueces que trataron de apartarla de la carrera. Habría que esperar hasta 1972 para que las mujeres pudieran competir de forma oficial en maratones.

Después de establecer un hito en la modalidad reina del atletismo, Switzer completó otros 38 maratones y conquistó el de Nueva York en 1974. Su lucha en el asfalto se trasladó a los despachos en la parcela organizativa, a los medios y a la labor de lobby para que el COI incluyera el maratón femenino en su programa, algo que finalmente sucedió en Los Angeles'84.

En el maratón de Boston de 1967 lució el dorsal 261, el número que dará nombre a la 261 Women's Marathon que se celebrará en Palma el próximo 30 de marzo. Solo Nagoya (Japón) y San Francisco (Estados Unidos) cuentan con pruebas de maratón solo para féminas y Ciutat será la primera sede europea de referencia. Switzer espera que la cita sirva a las participantes para «encontrar amistad, inspiración y una experiencia gratificante».
Remarca que la prueba que promueve con Sports Marketing Management en Ciutat no es excluyente con los hombres y que se trata «de darle una oportunidad a las mujeres». De hecho, si algún hombre siente la tentación de emular a Kathrine Switzer y esquivar las normas de la organización no habrá problemas. «Solo le pediremos que no gane», bromea. «Si vienen hombres que hacen lo mismo que hice yo únicamente les pediría respeto al hecho de que las mujeres tengan su día», afirma Switzer, encantada y sorprendida por la belleza de la Isla y las condiciones de entrenamiento que tiene para el deporte.

Los tiempos han cambiado, pero sigue habiendo espacio para la reivindicación. «En los sesenta existía el miedo a que las mujeres se convirtieran en hombres por hacer deporte y perdieran su feminidad, pero actualmente necesitamos crear oportunidades en los países donde no quieren que las mujeres practiquen deporte», explica mientras recuerda la primera participación de una atleta saudí en Londres 2012 y reivindica que «el deporte debe servir de escaparate al mundo».