Lawal, en primer plano, junto a Marc Julià, que acudió al aeropuerto para atender al futbolista. Por fin el nigeriano volverá hoy a ponerse a las órdenes de Siviero.

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Lawal ya está en Palma. Ayer casi a las siete de la tarde el jugador nigeriano del Atlètic Balears llegó procedente de Perú, donde ha permanecido prácticamente diez días debido a que las autoridades de ese país no le permitían abandonar Lima para entrar de nuevo en España.

Según explicó el propio jugador no se podía llegar a constatar que su residencia realmente era en España, concretamente en Palma. Con cara de cansado y hasta superado por las circunstancias, el jugador fue recibido por Marc Julià, en representación del Atlètic Balears, y debido a que apenas habla castellano, la comunicación con los medios informativos que aguardaban la presencia del jugador fue excasa, casi nula. Llegó en silencio, incluso con prisas, sin ser muy consciente de que su ausencia ha levantado otra vez mucha polvareda porque no es la primera vez que esto ocurre, es reincidente, y ya se perdió a final de temporada otro partido trascendental. También a mitad de Liga tuvo con el corazón en un puño al entrenador por otro caso similar. Lawal se limitó a declarar que el viaje a Perú para disputar un partido con la selección nacional Sub 21 fue una exigencia del seleccionador de su país y que no viajó sólo por su propia voluntad o capricho, sino que debía cumplir con los requerimientos que le formularon desde Nigeria.

Desde el domingo en que el Mallorca perdió en Anduva hasta ayer han pasado diez días, tiempo en que el jugador ha estado fuera de la disciplina de su equipo, donde apenas ha podido entrenar, aunque ayer no fue capaz de declarar si se había o no ejercitado por su cuenta. Aparentemente el jugador expresaba en su rostro la ansiedad lógica de verse fuera de la Isla, sin saber muy bien cómo podía resolverse su problema. La selección le dejó materialmente 'tirado' y a partir de ahí todo se complicó en exceso. Todo el universo Lawal es un misterio y el propio jugador tampoco ayuda en exceso a desvelarlo. Él es así. Con los auriculares alrededor del cuello y feliz por el reencuentro con una cara conocida como la de Marc, el futbolista destacó su deseo de regresar al trabajo, de volver a entrenar y de intentar de nuevo ante el Lugo mantener vivo el sueño del ascenso. No se le escuchó pedir disculpas por perderse el encuentro de vuelta, ni tampoco una palabra de ánimo hacia sus compañeros por el esfuerzo realizado ni ningún detalle más allá de lo más o menos esperado. Así es Lawal.

Pese a que lleva tres años en el conjunto blanquiauzul, el centrocampista, uno de los mejores jugadores del equipo y con un futuro aparentemente brillante, poco o nada se sabe de él más que cuando juega. Las noticias suele darlas vestido de corto sobre el terreno de juego, unas veces porque se sale y otra porque tiene un rendimiento más discreto, pero a partir de ahí poca cosa más. La comunicación la mantiene básicamente con el director deportivo Paco Soler. Con el resto del equipo apenas habla más de lo imprescidible. Es muy reservado y sus viajes con la selección hacen temblar a Gustavo Siviero, entre otras cosas porque se sabe cuándo se va y nunca existe la certeza de conocer cúando va a regresar. De momento ha vuelto.