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El séptimo favorito en el torneo de Wimbledon, el español David Ferrer, derrotó hoy, tras flojear en momentos decisivos, al estadounidense Ryan Harrison por 6-7(6), 6-1, 4-6, 6-3 y 6-2 y se colocó por cuarto año consecutivo en la tercera ronda del Grand Slam.

Ferrer, que se desgastó en esta cita durante tres horas y media repartidas en dos jornadas, afrontará su próximo examen en el All England Club de Londres ante el eslovaco Karol Beck, que retiró de la competición hoy al albaceteño Guillermo García-López, vigésimo sexto cabeza de serie. Los dos españoles se perdieron la oportunidad de medirse en la cancha el sábado.

El partido entre Ferrer y Harrison comenzó en el último turno de ayer, jueves, pero el árbitro decidió aplazarlo para hoy por la falta de visibilidad cuando los dos contrincantes se debatían en el cuarto set.

En el instante en que se detuvo el juego, el español perdía en el marcador por dos sets a uno y llevaba cuatro juegos ganados, frente a los dos de su adversario, en la cuarta manga.

Además, la cita había sido interrumpida provisionalmente en dos ocasiones a causa de la lluvia, lo cual ayudó sobremanera al americano, que no podía esconder su agotamiento.

«Hoy pude relajarme, fui más consistente y regular, y quizá él no sirvió como ayer», dijo Ferrer ante las cámaras de televisión del torneo al término de su partido para explicar la gran diferencia entre su juego de ayer y el de hoy.

Fue casi un milagro que el estadounidense se anotara el primer set. Ferrer había marcado la pauta desde el comienzo. Rompió el primer servicio de su rival, diez años menor que él (19), y se acomodó en la pista, con acertadas subidas a la red.

Sin embargo, el joven adversario le devolvió la ruptura del saque y lo igualó en número de juegos, forzando así el «tie-break»

Incluso en ese desempate a vida o muerte, el español empezó siendo dominante y llegó a disfrutar de una bola de set. Su error fue dejarla escapar (cuando iba arriba con 6-4).

Harrison se recompuso de esa adversidad y anotó cuatro puntos más, de manera consecutiva, para embolsarse el set, que lo finiquitó con un «ace» (o saque directo) que voló a una velocidad de 206 kilómetros por hora.

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La experiencia ayudó a Ferrer a contemplar con perspectiva sus mejores opciones y desplegar sus armas. En el segundo set centró la cabeza y firmó con facilidad un 6-1.

Debió haber sido suficiente para que Ferrer, número seis del mundo, se viniera arriba y tumbara rápidamente a Harrison, ubicado en el puesto 122 y quien nunca ha ganado a un jugador del «top 10».

Sin embargo, sus propios errores y una cierta desconexión del partido pasaron factura al español, que se dejó superar en la tercera manga.

Una de cal y otra de aceite. Así funcionaron estos jugadores en la pista. Bajadas y subidas. Recaídas y, a la vez, gran temple. Resultaba difícil apostar por un vencedor a ojos cerrados, pero finalmente, tras la noche de descanso, primó la veteranía.

Si bien a Harrison le había venido de perlas el alto al fuego de anoche, por falta de luz, para recuperar sus piernas; también Ferrer sacó provecho de esa oportunidad para recomponer su cabeza.

El problema de Ferrer ayer, la razón por la que costó encarar la victoria, fue la escasa efectividad. Perdió opciones a destajo.

En conjunto, en todo el partido, Ferrer sólo consiguió convertir ocho puntos de 25 en los que tuvo opción para romper el saque de su contrincante, mientras que éste aprovechó las tres que tuvo.

Precisamente por sus cualidades, Ferrer elogió este viernes al joven tenista, que en su opinión, «será uno de los grandes».

«(Harrison) es el futuro, es un gran jugador. Me gusta mucho y fue una sorpresa para mí ayer», confesó David Ferrer.

El más veterano de los dos, de 29 años, se supo imponer esta tarde, pese a no encontrarse en su superficie favorita. Su superioridad sí fue indiscutible hoy, en parte quizá, como afirmó el español, porque «Harrison no jugó tan bien hoy y no hizo tan buen servicio».

Todo ello le valió para forzar rápidamente el quinto set y anotárselo por 6-2.