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Madrid aguantó el tipo en la derrota: los defensores de la candidatura española fueron los primeros en felicitar a Río de Janeiro por su triunfo histórico y también los primeros en recibir el cariño de los miembros del COI en cuyas manos habían encomendado, sin suerte, su futuro.

Si todos los que se acercaron a consolar a Madrid la hubieran votado, Madrid habría ganado los con holgura. «Estaba con vosotros», dijo el filipino Francisco Elizalde al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. «Yo estaba en esta misma situación hace cuatro años», le comentó el francés Guy Drut. «Felicidades por el gran trabajo», señaló el ex atleta ruso Sergey Bubka al capitán del Madrid, Raúl González. «La lucha ha sido buena», afirmó Nora de Liechtenstein.

La espera del anuncio de la ciudad ganadora fue, como siempre, una tortura que el Comité Olímpico Internacional (COI) prolonga, pensando en la transmisión televisiva, más allá de lo soportable. El alcalde Gallardón lucía pálido, sentado junto al presidente del Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero, que ya no sabía cómo colocarse la corbata.

Cuando el presidente del COI, Jacques Rogge, tomó en sus manos el sobre con el nombre de la ganadora, los españoles se agarraron al asiento de al lado, cruzaron los dedos, cerraron los ojos... y se quedaron con el gesto congelado al escuchar lo que nunca habrían querido oír: la ciudad brasileña de Río de Janeiro había logrado la victoria.

El primero en ponerse en pie para aplaudir a su rival fue Raúl Chapado, director de Deportes de Madrid 2016. Pero también inmediatamente el alcalde y el presidente Zapatero se fundieron en un largo abrazo. El recuento de votos comenzó a circular rápidamente por la sala. Alberto Ruiz-Gallardón y su vicealcalde, Manuel Cobo, no daba crédito a lo que veían: 28 votos en la primera ronda, más que nadie, sólo 29 en la siguiente (ya por 46 de Río) y 32 en la final. Río de Janeiro, 66 votos.

«Todos los votos de Chicago (Illinois, EEUU) han ido a Río», constataba el alcalde. «Esa ha sido la clave». Mientras, la delegación brasileña empezaba a desplegar banderas y a entonar 'Cidade Maravilhosa': «Cidade Maravilhosa, cheia de cantos mil. Cidade Maravilhosa, coracao do meu Brasil»...

Gallardón comenzó entonces a agradecer el respaldo de los que le rodeaban. Fue particularmente expresivo con el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos. «Nos has apoyado de una manera extraordinaria», le dijo.

Mercedes Coghen, consejera delegada, intentaba consolar a su hija, Mónica Figar, que ayer intervino ante la asamblea del COI. Fue de las primeras en llorar, pero luego se unieron otros componentes de la delegación.

La delegación se retiró discretamente y cedió todo el protagonismo a la ganadora, Río de Janeiro, donde las lágrimas brotaban como fuentes: Pelé, Guga Kuerten, el ministro de Deportes, Orlando Silva, y, sobre todo, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, que una hora después seguía sollozando en conferencia de prensa.