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El estado físico de Rafael Nadal volvió a desenterrar las peores sospechas durante el duelo ante su compatriota Nicolás Almagro, que el mallorquín ganó (7-5, 6-4 y 6-4) para avanzar a los octavos de final del US Open, donde le aguarda el ganador del duelo entre el francés Gael Monfils y el argentino José Acasuso.

La imagen del duelo, que terminó por ampliar a cuatro la representación hispana en la cuarta ronda del torneo, reveló a los dos tenistas tumbados en el suelo antes del cuarto juego del tercer set, atendidos de distintas dolencias. Almagro aprovechó para que le atendieran en la espalda, pero antes, el tercer jugador del mundo encendió las alarmas cuando solicitó la presencia del fisioterapeuta de la ATP Michal Novotni.

Nadal se quejó del dolor en el abdomen y ahí fue tratado. Está tan al aire la situación física del balear, que cuando tuerce un gesto parece que todo se convulsiona. Nadal está de vuelta en un Grand Slam después de caer en Roland Garros y de dimitir de Wimbledon a causa de la tendinitis en sus rodillas. Volvió a competir, tras curarse en Mallorca, 70 días después para iniciar la temporada americana, en la que empezó con unas molestias abdominales que se hicieron evidentes en Cincinnati.

Nada había de apariencia preocupante hasta ahora en el físico del mallorquín. Al menos que pretendiera delatar. Pero la petición de asistencia sobre la cancha empezó a justificar algunos asuntos que hicieron recelar de su momento de forma en el juego.

De hecho, el primer set fue un permanente vaivén de roturas. No sacó bien Nadal. No lo ha hecho durante todo el torneo. Se dejó el saque en cinco ocasiones durante el partido. Excesivas roturas para un candidato que mide sus fuerzas, en tercera ronda y contra un rival inferior.

Nunca Nicolás Almagro ha creado tantos contratiempos al balear, que le arrolló en las tres citas previas en las que habían coincidido. Especialmente llamativa la más reciente, en París del 2008, cuando el murciano no fue capaz de hacer más que tres juegos en otros tantos sets sobre la arcilla de la Philippe Chatrier en Roland Garros.

El dolor abdominal dificultó la puesta en marcha de cada punto de Rafael Nadal y cuestionó su movilidad. La situación vuelve a generar debate. A cuestionar su capacidad para hacer frente al éxito en el único 'major' que le queda por conquistar tras haber logrado el Open de Australia este año.

Sólo la inestabilidad en el juego de su adversario le facilitó la tarea. Almagro rompió de inicio y se situó 2-0. Pero no tuvo continuidad y Nadal se colocó 4-2. El juego careció de lógica. Cada jugador cedió su servicio. Fue el tenista balear el que menos erró y eso le propinó con el triunfo del set.

Algo no funcionaba en el juego de Nadal, en escena con el freno de mano puesto. Sin frescura. Condicionado. En el primer duelo entre ambos en pista dura, Almagro desechó una buena ocasión para poner en cuestión el futuro en Nueva York del otrora número uno. Fue en el tercero donde Rafael Nadal recurrió al doctor después de firmar ya una rotura. Para entonces ya tenía bien llevado el duelo. Salió airoso del trance que despertó las dudas. Más aún cuando torció el gesto al estrechar la mano de su adversario, al que confirmó sobre la pista central de Flushing Meadows sus molestias.

Rafael Nadal, que jugará en octavos ante el ganador del partido entre el francés Gael Monfils y el argentino José Acasuso, solventó el trámite en una jornada fructífera para el tenis español, ya que un total de cuatro jugadores avanzaron a unos octavos de final que han quedado definidos en la pasada madrugada.