TW
0

Miguel Luengo|PARÍS
Dinara Safina gritó, se culpó, reconoció que no tuvo agallas y cayó destrozada por la presión de ser la número uno y la obligación de ganar Roland Garros para demostrar su condición, y eso, unido a la regularidad de su compatriota Svetlana Kuznetsova, pudo con ella. Kuznetsova, sin tanta tensión, más regular, se impuso por 6-4 y 6-2 en 71 minutos en la segunda final femenina rusa en la historia de Roland Garros y logró el segundo Grand Slam de su carrera.

«¿Por qué, por qué soy tan gallina en este tipo de partidos?», le gritó Safina a su entrenador Zeljo Krajan. Esa frase sirvió para demostrar cómo los nervios atenazaron a Safina en el último partido de sus dos semanas en París, donde sólo había cedido un set en siete encuentros y donde había mantenido una velocidad de crucero impresionante al perder únicamente cinco juegos en los cuatro primeros partidos.

Pero en la final no pudo mantener su presencia y Kuznetsova se mereció el título. Además rompió la racha de 16 victorias seguidas en tierra de Safina, y el lunes aparecerá quinta del mundo. Safina mantendrá su posición.

Svetlana recibió el trofeo de manos de la alemana Steffi Graf, seis veces campeona, que hace 20 años cayó en la final contra Arantxa Sánchez Vicario. «Es un momento especial porque es la primera vez que conozco a Steffi, y es un honor recibir el trofeo de sus manos, porque siempre la admiré», dijo Kuznetsova al público.

«He esperado mucho y he trabajado duro por esto. He estado en la final antes aquí y he perdido encuentros difíciles incluso teniendo bolas de partidos y esta vez ha sucedido cuando no lo esperaba. Éste es mi torneo favorito», añadió. «Tú has jugado muy duro», le dijo a Safina. «Lo siento por ti pero algún día lo conseguirás también», añadió Svetlana, que en español hizo un guiño a su preparador físico al agradecerle su trabajo. «Tío cojonudo», le llamó, para luego recordar su paso por la Academia Sánchez-Casal en Barcelona.

Aguantando las lágrimas, con la voz temblorosa, Safina agradeció a todos su asistencia y acertó a decir: «Enhorabuena Sveta por tu gran actuación y tu temporada».

Safina no dio la talla en un compromiso como este. Agarrotada por la presión y destrozada por los nervios, acabó el encuentro con su sexta doble falta, poniendo fin a un partido malo, lleno de fallos, y sólo emocionante por saber si Dinara sería capaz de apuntillar su condición de número uno con el título en su bolsillo.

Al encuentro le faltó emoción, pero es algo que sucede en París desde hace ya ocho años. Desde que Capriati derrotó a Cljisters en la final de 2001 en tres sets, todas las finales siguientes se han resuelto en dos mangas.

Las dos jugaron agazapadas en el fondo cometieron el mismo número de errores no forzados, 21. Safina hizo 11 ganadores y Kuznetsova 12, pero fue la de San Petersburgo la que tuvo más oportunidades de romper, y acertó con 5 de 7, porque a Safina le temblaba el pulso a la hora de poner la bola en juego. Así no era difícil esperar que el último punto fuera un fallo, que se tradujo en la sexta doble falta de la hermana de Marat cuando ya su cabeza estaba fuera del partido.