Los jugadorse del Villarreal celebran un gol ante un cabizbajo Miquel Angel Moyà. Foto: REUTERS/DANI CARDONA

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Sin ninguna penuria clasificatoria y un horizonte despejado de minas, Mallorca y Villarreal regaron la última tarde del curso con goles, buen fútbol y ocasiones. Al final, ni el grupo de Manzano igualó la mejor segunda vuelta de su historia ni la escuadra de Pellegrini pudo alcanzar la Champions. Al menos, el conjunto isleño vivirá hoy un domingo tranquilo, mientras media docena de equipos se juegan su destino entre la realeza. Que no es poco. (2-3).

Después de un arranque cargado de pereza, de treinta minutos cargados de plomo -salvo un remate de Cléber abajo y una vaselina de Jurado lamiendo el larguero-, ambos equipos se liberaron de las cadenas para ofrecer un epílogo cargado de alternancia. La falta de tensión convirtió el partido en un simulacro. En un viaje de ida y vuelta que se resolvió por la calidad en la definición y por la blandura de una defensa isleña repleta de parches.

Los goles procedentes del Calderón enterraron las mínimas opciones amarillas. Apoyado en los cuatro de arriba (Cani, Llorente, Rossi y Pires) circuló el cuero con criterio ante un Mallorca extrañamente encogido. Una seña de identidad que prendió la mecha del 0-1. Llorente miró de reojo a su diestra y le entregó en bandeja el gol a Cani, que resolvió con un disparo raso. El gol despertó al equipo bermellón de su modorra y empató de inmediato. Jurado frotó su lámpara para felicidad de Aduriz. El guipuzcoano le ganó la espalda a Gonzalo y definió en el mano a mano ante Diego López.

Sin tiempo para nada, llegó otra ocasión de oro. Josemi se lanzó con todo en un balón dividido y derribó a Rossi. El delantero italiano lanzó el castigo y Moyà explotó todos sus reflejos para detener su primer penalti en Primera División. La alegría duró poco. La defensa local abrió de nuevo la puerta de su cocina y el rival preparó el 1-2. Cani asistió a Llorente, que aprovechó el despiste de Josemi para encarar a Moyà y batirle con clase. Un gol anulado a Aduriz por fuera de juego y un empalme de Arango al poste apagaron la luz del primer acto.

Tras el descanso, más de lo mismo. Sin ningún rigor táctico, las ocasiones se multiplicaron. Diego López metió una mano prodigiosa tras un zapatazo de Varela y, de inmediato, el Villarreal asestó otro golpe. Cani se marchó de Ayoze, metió un centro raso que Llorente remachó lanzándose al suelo. Moyà evitó algún que otro gol visitante y Webó dejó el definitivo 2-3 con un buen zurdazo. Minutos después, las luces del estadio se apagaron.

El Mallorca pagó con la derrota su inconsistencia defensiva. Las bajas de Scaloni, David Navarro y Nunes dejaron malherida a una zaga que acusó su falta de diálogo. Corrales, en el lateral derecho, y Josemi no estuvieron a la altura y sólo Iván Ramis mantuvo el tipo en una línea de fondo que permitió muchas ocasiones del rival.

Carlos Montes de Oca