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CARLOS MONTES DE OCA Ya no hay Liga para el Mallorca. Después de convivir con la incertidumbre y los nervios durante ocho meses, el grupo isleño ha optado por entregar las llaves de la temporada y cerrar el kiosco. El Sevilla aprovechó la bajada de tensión de su rival para truncar la mejor racha isleña del curso y echar el lazo a una victoria que acerca su sueño de la Champions y que deja al conjunto balear en tierra de nadie (3-1).

Manzano, que realizó el paseillo en una de sus futuras plazas, removió sus piezas para devolver a Moyà al escaparate mediático y premiar la constancia de Ramis.

La cita amaneció trabada. Sin ritmo. La falta de tensión del Mallorca contagió a su rival, tradicionalmente enérgico y vivo. Manzano apostó por juntar las líneas para ahogar a un Sevilla que compareció tarde, pero lo hizo para quedarse tras el zarpazo letal de Aduriz. En su primera llegada con peligro, la escuadra de Manzano acalló el Pizjuán. Todo nació en Jurado. El gaditano centró desde la izquierda y Aduriz hizo el resto. Anticipándose a Escudé, el donostiarra controló, se dio la vuelta y soltó un latigazo que se coló entre las piernas de Palop (min. 15). Décimo gol del ariete y mejor marca de su carrera en Primera División.

Esa chispa encendió al Sevilla, que ya no soltó el bastón de mando en todo el duelo. La lesión de Martí, que se retiró a la media hora con un fuerte golpe en las costillas -Nervión le premió con la ovación de la velada- provocó un cortocircuito en la sala de máquinas. Mario y Cléber naufragaron en su intento por taponar las vías de agua que provocó la baja del pivote.

Un Sevilla ligero, ágil, nervudo, comenzó a acosar a su rival. El círculo central fue entonces una rotonda en la que el Mallorca siempre cedió el paso. Desde allí cruzó pases en tiralíneas, con la plomada de Kanouté, el veneno de Luis Fabiano y el compás vibrante de Capel en la zurda y de Navas en la diestra.

En dos minutos, el cuadro andaluz acribilló a Moyà. Escudé cabeceó al poste y, sin apenas tiempo para achicar agua, Luis Fabiano y Kanouté tuvieron dos ocasiones claras para marcar que desbarató Miquel Angel. Instantes después, otra del brasileño que escupió el poste... El fútbol manaba torrencial hacia el meta.

Daba la sensación que el empate era cuestión de tiempo. Y así fue. Luis Fabiano dejó en evidencia la falta de ritmo de Ramis en una pugna por el balón y el pobler zanjó el asunto derribando al brasileño. Kanouté sentó a Moyà con una paradiña de lujo para rubricar el empate desde los once metros (min. 32).

Del Mallorca apenas hubo noticias al margen del gol. Un par de galopadas de Jurado que acabaron en nada y un disparo lejano de Varela que despejó Palop con la yema de los dedos, las únicas aportaciones isleñas al encuentro.

El descanso acentuó la bajada de tensión mallorquina ante un Sevilla que se tiró a la yugular de su rival. Jiménez metió en la arena a Diego Perotti, un zurdo argentino que va para crack y que desquició a Scaloni.

El Sevilla iba masticando la remontada, un tanto que certificó Luis Fabiano. El brasileño agradeció que la zaga isleña le abriera la puerta de la defensa para conectar un chut ajustado al palo de Moyà (min. 59). Manzano contrarrestó con dos cambios (Webó y Keita por Varela y Aduriz) que no aportaron nada.

Luis Fabiano se lió a la manta a la cabeza en un par de situaciones claras de gol ante Moyà, que evitó dos goles más en el segundo acto, ante la desesperación de Jiménez. Claro que el Mallorca no tenía pólvora. Para espantar los fantasmas, Navas echó el lazo con un recorte con la diestra y un zurdazo a la escuadra (min. 75).