Aduriz y Arango felicitan a Jurado tras anotar el primer gol del encuentro ayer, en El Colombino. Foto: RAUL DÍAZ

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CARLOS ROMÀN
ENVIADO ESPECIAL A HUELVA

Si había algún rastro de duda, el Mallorca se ha encargado de eliminarlo. El equipo bermellón resolvió en Huelva el último trámite que faltaba para completar el puzzle de la permanencia y puede celebrar, sin ninguna reserva, que seguirá un año más entre el señorío del fútbol español. Lo hizo a lo grande, a base de goles, carácter y buen juego. Los isleños, que parecen empeñados en escribir la mejor segunda vuelta de su historia, tienen ahora cinco jornadas por delante para divertirse y observar el horizonte con una sonrisa (2-4).

Casi sin quererlo, el Mallorca encontró en Huelva el escenario perfecto. Para anudar definitivamente la permanencia y para volver a disfrutar del fútbol. Sin un gramo de presión encima que acotara sus movimientos, los bermellones se plantaron sobre la lona del Nuevo Colombino dispuestos a cocinar un triunfo a fuego lento, sin forzar en absoluto la maquinaria. Era lo que recomendaba el manual del partido. Fundamentalmente, porque delante había un enemigo deprimido que iba consumir todas sus opciones a una sola carta y eso siempre suele conceder ventajas adicionales. Para exprimirlas todas y darle carpetazo a la temporada, Manzano aparcó las rotaciones y se presentó al duelo con el mejor traje del armario. Y como era de prever, se encontró a un anfitrión que se fue deteriorando por sí mismo a medida que se le agarrotaban los músculos.

El Recreativo descubrió enseguida a la versión más venenosa del Mallorca. Fue en una jugada tan simple como efectiva. David Navarro puso el balón en juego para que Aouate no forzara su aductor y Aduriz, tras acomodar la bola y abrir todo el hueco posible, le cedió el protagonismo a Jurado, al que le bastó con subir con una marcha para quedarse solo ante Riesgo y agujerearlo por bajo (min.9).

El gol acentuó muchísimo las diferencias entre uno y otro, sus estados de ánimo. El Recre no estaba preparado para encajar el golpe y el Mallorca creció unos cuantos centímetros. La defensa vivía despreocupada, el centro del campo era cosa de Cléber y tanto Jurado como Aduriz quemaban lo que se les ponía por delante. La situación perfecta.

En plena borrachera, con la autoestima por las nubes y con los onubenses acorralados, los baleares apretaron otra tuerca para darle un volantazo mortal al partido. Cléber se multiplicó para caer hasta la orilla izquierda y desde allí dibujó un centro magnífico que rebañó Arango en el primer palo ante el asombro de los andaluces. En menos de un cuarto de hora, el Mallorca había liquidado el encuentro y se lo empezaba a pasar en grande.

El Recreativo busca algún incentivo a tumba abierta y estuvo a punto de suicidarse. Del centro del campo hacia adelante el Mallorca se apoyaba siempre en la escuadra y el cartabón y se atrevió a redactar algunas de las acciones más plásticas de todo el curso. En una de ellas Martí rozó la sentencia, pero su disparo se fue lamiendo el palo derecho de Riesgo. Las réplicas locales obligaron también a que Aouate se quitara el polvo de los guantes, pero los ataques recreativistas caían por su propio peso. Todo lo contrario a lo que sucedía en el área blanquiazul. Allí Jurado seguía explayándose y en un intento por corresponder a Aduriz, le obsequió con otra obra de arte que el donostiarra no pudo optimizar.

Cuando todo parecía arreglado, el Mallorca reanimó a los de Alcaraz en un punto de inflexión. Nunes y Aouate dudaron a la hora de despejar un balón inofensivo y Sisi encendió la llama del Recreativo, que viéndose a un solo gol del milagro volvió a pisar el acelerador. Por momentos, llegaron a pasarlo mal los isleños. Sin embargo, el Recre no dejaba de mostrar sus carencias. Atacaba en manada, sin mucho orden ni criterio, buscando algún penalti que le recortara el trabajo. Hasta que apareció Castro. El uruguayo, que después acabaría expulsado por recibir dos absurdas amonestaciones, fue el encargado de firmar una de las acciones de la jornada, una jugada de salón en la que intervinieron también Jurado y Cléber.

El final resultó esquizofrénico. Keita perdonó el cuarto de manera infantil y Camuñas animó el tema con otro tanto a la desesperada. Daba igual, porque la victoria no podía escaparse. Keita ocultó su error anterior con una buena definición y bajó la persiana hasta la temporada que viene. Otra prueba superada.