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Manzano regresará este sábado a uno de sus estadios fetiche. Tres años y dos meses después, el entrenador andaluz volverá a sentarse en el banquillo de La Rosaleda para dirigir un partido de Liga y acercar al Mallorca a la permanencia. En febrero de 2006 el jienense inauguró allí su segunda etapa a los mandos del conjunto bermellón y aunque desde entonces la vida del club ha cambiado muchísimo, los objetivos siguen siendo los mismos que entonces.

El partido ante el Málaga, como todos los que ha protagonizado últimamente el conjunto isleño, volverá a ser especial. El Mallorca dispondrá de la primera gran oportunidad para apalabrar su continuidad en Primera División (una victoria le dejaría con 38 puntos a falta de 7 jornadas) y la explotará en el mismo escenario en el que cambió su futuro hace tres temporadas (2005-06). En aquella ocasión, Manzano acudió al rescate de un conjunto en ruinas y gracias a su terapéutica victoria (0-2, goles de Pisculichi y Campano) el equipo empezó a remontar el vuelo y acabó saliendo a flote a costa de la escuadra malagueña, que perdió posteriormente la categoría.

Hoy todo es muy diferente, aunque ambos equipos necesitan los tres puntos para que sus balances acaben cuadrando. Los baleares pretenden ahorrarse los sobresaltos de última hora y el Málaga pelea por entrar en Europa. Ante eso, los dos técnicos van a seguir forzando la máquina y la batalla parece garantizada.

En la trinchera balear, Manzano tiene dos grandes huecos que rellenar (Aduriz y Navarro) y lucha estos días por conservar el resto de la estructura, ya que cualquier otra baja alteraría en exceso sus planes. En esa dirección, hay tres nombres subrayados. El primero es el de David Navarro, que ayer no pisó el campo de entrenamiento para seguir un tratamiento de prevención que inició a raíz de unas molestias que arrastra desde el partido ante el Almería. Con Ramis sancionado, el preparador mallorquinista no quiere correr riesgos, ya que sus únicos efectivos en la posición de central son Nunes y el valenciano.

Otro de los titulares que se perdió la sesión de ayer es Ayoze Díaz. El lateral tinerfeño tuvo que viajar a primera hora de la mañana a Santander para estar junto a su mujer en el nacimiento de su hijo. Si su vuelta se demora más de lo previsto, es probable que el técnico tenga que recurrir de nuevo a Corrales para taponar el flanco izquierdo de la zaga. Además, Dudu Aouate sigue sin pisar el campo y continúa trabajando en el gimnasio para recuperarse de la lesión que padece en el aductor.

En el bando malagueño el partido también ha generado expectación. Tanta, que el técnico blanquiazul, Antonio Tapia, señaló ayer que hay que «crear en La Rosaleda un clima parecido al que tuvo el Athletic de Bilbao con el Sevilla en la Copa del Rey».

«Ahora va a ser más complicada la motivación, ya que con los equipos denominados grandes el jugador la consigue sólo», comentaba el preparador de los andaluces. «El estadio debe ser una auténtica bombonera, una fiesta, con un Málaga que está ahí peleando y que cuenta con una plantilla que merece un reconocimiento al trabajo bien realizado», destacaba.

Tapia advertía además que su equipo «tiene que marcarse objetivos inmediatos y por eso tratará de hacer un buen encuentro contra el Mallorca, ya que en ocho días hay que jugar nueve puntos muy importantes».

Mientras tanto, el defensa blanquiazul Weligton, recomendaba a su afición que «llene el estadio para bloquear a un gran equipo que ya eliminó al Málaga en la Copa del Rey».