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Ya llueve menos para el Mallorca. Después de vivir arrodillado en el fondo de la clasificación y padecer casi cinco meses de oscuridad a domicilio, el conjunto rojillo vuelve a apreciar algo de luz en el horizonte. Una primera mitad aseada y un rival sin nada a lo que agarrarse permiten al grupo de Manzano levantar la cabeza y respirar a pleno pulmón. Como advirtió el propio técnico, ganar en Soria no será definitivo, pero sí que ayudará a renovar el aire de un vestuario demasiado afectado por sus errores. El primer 'match ball' está a salvo, pero no hay que olvidar que faltan aún muchos kilómetros para llegar hasta la orilla (0-1).

No le temblaron las piernas al Mallorca a la hora de sumergirse en una función crucial para alejarse del fuego. Los de Manzano, bien conectados desde el principio, dejaron que el Numancia arrojara toda su furia en los minutos iniciales y después fue la lógica la que se encargó de redactar un guión de dirección única. El cuadro soriano, consciente de los problemas que sufren de inicio los baleares, intentó marcar pronto el terreno, pero chocó frontalmente contra sus propias limitaciones. Empeñada en seguir siempre el mismo camino, la escuadra de Kresic volcó todo su fútbol hacia la orilla derecha y aprovechó el desconcierto de Ayoze para ganarse el respeto mallorquín. En cualquier caso, la falta de recursos hacía que su propuesta resultara demasiado previsible. Su enorme voluntad no le alcanzaba para romper el encuentro y sólo levantaban algo de polvo las embestidas de Aranda.

Ante tanta monotonía, el Mallorca se fue agigantando y empezó a cocinar lentamente el triunfo. Le hizo un nudo al centro del campo y exponía su calidad al penetrar en terreno enemigo. Con muy poquito, los isleños fabricaban una ocasión y obligaban al Numancia a taparse los pies. En ese mismo tramo, los bermellones acariciaron el gol después de que Aduriz domara la bola mediante un control acrobático que le forzó a rematar sobre la marcha. La llegada enervó aún más al equipo y unos minutos después, con el encuentro bajo su manto, volvió a asustar al once local tras un lanzamiento de falta de Varela que repelió de forma defectuosa Juan Pablo.

El Mallorca lo tenía todo bajo control y subió otra marcha a los veintiún minutos. Arango, más activo que de costumbre, obsequió a Aduriz con una pelota cargada de veneno y el donostiarra ejecutó sobre la marcha para que se abriera el cielo soriano.

El Numancia quedó tan afectado por el golpe que no volvió a existir hasta el segundo tiempo. El Mallorca, en cambio, expandió su superioridad. Lo único reprochable a esas alturas era que el partido siguiera abierto. Sobre todo, después de que Arango se destapara con un disparo maravilloso que silenció por completo a Los Pajaritos (minuto 42).

El cuadro castellano reapareció envuelto en llamas tras el descanso. Sabía que estaba a punto de desperdiciar una oportunidad única y desplazó toda la acción al área de Aouate. Le ayudó también la falta de tensión que mostraba el Mallorca en esa parcela del combate y las nulas previsiones de Manzano, que volvió a aplazar demasiado los cambios, dejando que el Numancia le pusiera contra las cuerdas. Aranda estampó el balón contra el palo para formalizar el primer aviso serio de la tarde, aunque ni por esas reaccionó el ejército bermellón, que prefería seguir sesteando.

Los sorianos no aflojaron. Mientras el Mallorca encogía y se limitaba a achicar agua, ellos bombardeaban el arco rival. Sin puntería, eso sí, aunque con mucha constancia. Del Pino hizo temblar de nuevo el larguero y Ortega, con un cabezazo mal dirigido, perdonó un empate que parecía claro. Los baleares, del centro del campo hacia delante, seguían sin ofrecer señales de vida.

Gregorio Manzano rotó el banquillo buscando alguna sorpresa y aunque no la encontró, el Numancia ya estaba desesperado y exhausto. Al final, todo siguió su curso y los jugadores del Mallorca acabaron celebrando el triunfo como si se tratara de un título. Primera prueba superada.