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Prohibido perder. Ésa es la consigna. Ése es el reto. Éste es el desafío. El Real Mallorca se ha metido en un lío casi sin darse cuenta y afronta hoy el choque ante el Getafe (17:00 horas, Coliseum Alfonso Pérez) con esa sensación de que se juega una de esas finales en las que no hay trofeo para el vencedor, pero sí mucho a ganar... o a perder.

Situado en el andén que conduce al tren de cola, el Mallorca puede ganar o empatar, pero no puede permitirse el lujo de doblar la rodilla, por muchos motivos, pero sobre todo porque estar un minuto más sin romper esta dinámica negativa alargará en exceso la crisis deportiva y esto de las crisis se sabe cómo empiezan, pero nunca se conoce cómo pueden llegar a terminar ni cuando.

Manzano quiere que los más veteranos tiren del carro y hacia ellos ha enviado uno de los mensajes a finales de semana. Es su momento, como también es el momento de Lux, de reivindicarse y de reencontrarse con sus virtudes perdidas. También ha llegado la hora de jugar para ganar y de evitar caer en el conformismo de las derrotas. La previsión indica que el equipo no se tomará excesivas alegrías en ataque o al menos no será tan «descarado» en funciones ofensivas como ha podido hacerlo en otros encuentros. Casi da la sensación de que se empieza de cero, que se está tan cerca del fondo que todo lo que se haga es positivo por poco que se consiga.

Hace una semana la tormenta se instaló en todos los rincones de Son Moix. En la grada, en el césped, en el palco, en las oficinas. Nadie escapó de las iras de una afición desencantada, que ve cómo la institución camina hacia la perdición, hacia la autodestrucción si no se pone remedio de inmediato y en estas están el entrenador y sus futbolistas. Ellos nos son los responsables de vender el club, no es ni su trabajo ni debe tampoco ocuparles esta eterna y esperpéntica situación. A partir de ahí toca jugar y toca ganar. En Getafe se encontrarán con un equipo que ha marcado una clara línea ascendente. Ha ido de menos a más, mejor dicho, de mucho menos a mucho más, justo lo contrario que el Real Mallorca. Con un puñado de futbolistas como Granero, Soldado, Uche o Manu, el conjunto dirigido por Víctor Muñoz ha pasado del infierno a la tranquilidad que da estar en mitad de tabla en apenas cuatro semanas. Perdió dos partidos consecutivos en casa ante Valencia y Sevilla, pero salió airoso del Camp Nou, donde sumó un valioso empate, ganó en casa al Real Madrid (3-1) y empató a tres en Villarreal tras despreciar una ventaja de tres tantos. No será fácil, pero no es menos cierto que el Mallorca es capaz de lo mejor y de lo peor y que en situaciones de máximo riesgo el equipo de Manzano suele manejarse con relativa solvencia. Navega bien cuando se ve abajo y con el agua al cuello. Estas últimas temporadas hay ejemplos sobrados de la capacidad que el equipo tiene de resurgir de sus propias cenizas. No hace falta esperar más. Hoy está en esa disyuntiva donde se hace imprescindible sobrevivir a golpe de fe, aunque sea aprovechando un libre directo de Arango, un zapatazo de Varela desde treinta metros, una genialidad de Aduriz, un gol sopresa de Webó...cualquier cosa vale, todo, menos perder. El partido ante el Getafe, como el del Recreativo de Huelva, debe marcar un antes y un después. El equipo no gana desde la octava jornada cuando jugó contra el Espanyol. Hace mucho de ello. Hoy toca ganar para sobrevivir. Así de claro.