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Jorge Muñoa España cayó en su debut olímpico en Pekín 2008 ante la selección de China, que necesitó cuarenta minutos de intenso trabajo para doblegar a las subcampeonas de Europa, víctimas de la tensión del estreno y de un cierre en el que la fortuna también se alió con las locales.

La sensación de que el equipo olímpico anfitrión va a conquistar muchas medallas está instalada desde hace tiempo en todas las predicciones. El baloncesto femenino chino ha hecho un gran esfuerzo por confirmar esos pronósticos con hechos y, ante el combinado español, apuntaron, al menos, que se ha preparado a conciencia para conseguirlo.

España luchaba contra un adversario multiplicado por tres. Luchaba contra la tensión del debut, algo común a todas las competiciones internacionales. Luchaba contra el equipo anfitrión y, por tanto, también contra el ambiente. Lo tenía todo, absolutamente todo, en contra.

Los números de España en el descanso daban fe de lo difíciles que estaban las cosas dentro de la cancha. Con un porcentaje de tiros de campo del 29 por ciento y un boquete abierto dentro de las zonas (dieciséis rechaces -tres de ataque- por veintiocho -ocho-) la ventaja china ascendía a trece puntos (24-37).

Los triples de Elisa Aguilar, la entrada en pista de Amaya Valdemoro y de Cindy Lima y algunos retoques tácticos introducidos por los técnicos, España consiguió levantar un 0-7 de salida (13-13), pero China insistió en la pelea debajo de los aros y, también, en lanzar constantemente rápidas transiciones.

España no terminaba de dar continuidad al juego. Los porcentajes de lanzamiento seguían por debajo de lo habitual y la superioridad de las chinas en el rebote complicaba todo aún más (24 por 37). Con todo, la formación capitaneada por Amaya Valdemoro cerró el período con opciones de dar la vuelta al resultado (44-52).

Y China enfrió las cosas desde los 6'25 en la primera jugada del último periodo (44-55). La hegemonía de Lan Bian era una mina para las orientales: a falta de siete minutos sumaba trece puntos y nueve rebotes. Con ella, Nan Chen hacía estragos en las zonas: diez y diez.

Ni así arriaba el pabellón el cuadro español. A poco menos de seis minutos para la conclusión todavía daba la cara a pesar de los pesares (50-57). La elegancia de Alba Torrens, salpicada de calidad, imprimió aún más coraje a todo el equipo. Un uno para uno de videoteca y un triple de la jugadora del Celta pusieron coto a la dominación oriental (55-59). Los tiros libres y el rebote, sobre todo el capturado por las locales en la posesión que siguió al triple de Torrens, decidieron la suerte del encuentro. Después del intenso debut ante las anfitrionas España necesita superar a Nueva Zelanda el próximo lunes para eludir una situación de máximo peligro.