TW
0

Carlos Román|KÖSSEN
El rodaje del Mallorca se alarga. Los de Gregorio Manzano interpretaron ayer la segunda función de su estadía en el Tirol austriaco y dibujaron otra extensa victoria, esta vez frente a un sparring más cuajado que el del estreno y sobre un escenario imposible. Las pésimas condiciones que presentaba el terreno de juego del Sportplatz de Kössen manitaron desde el inicio a los dos equipos, les impidieron desmelenarse y afearon un encuentro ya de por sí poco atractivo. Aun así, se vieron detalles interesantes y algún que otro motivo para la esperanza. El criterio del canterano Alberto, la estresante movilidad de Keita o la buena respuesta de Ayoze y del debutante Corrales, sin ir más lejos. Sería absurdo emitir veredictos a estas alturas de la película, pero hasta el momento, parece que todo marcha según lo previsto.

Llegaba el Mallorca al segundo bolo veraniego con ganas de levantar la guardia y de escenificar un encuentro serio, ante un conjunto mucho más rodado y con ansias de profesionalizarse en breve. Pero no lo consiguió. Y no precisamente por la actitud de los futbolistas. Las fuertes lluvias que azotan estos días a la localidad de Kössen convirtieron la cita en un encuentro de patio de colegio, en el que por momentos resultaba imposible mover la pelota.

El Swarovski de Wattens fue el encargado de encender la luz. Los austriacos, enfrascados en una categoría equivalente a la Segunda B española, le entregaron el primer regalo al hambriento público local y de paso, perforaron por primera vez la portería isleña esta pretemporada. Lo hizo concretamente Mario Haslacher, quien sorprendió a Moyà en un lanzamiento de falta que se coló por debajo de la barrera.

El Mallorca, que todavía llevaba puesto el corsé, se lo quitó justo después, probablemente advertido por el sonrojo del tanto austriaco. Lo hizo a lo grande. Con un parábola de Jurado desde fuera del área que arrancó los aplausos de la grada.

A partir de ahí, la lógica impuso su dictadura. Los isleños empezaron a probarse en las triangulaciones y el entrenador volvió a poner en práctica los cambios de banda en el centro del campo, en esta ocasión con Castro y Óscar Díaz como protagonistas.

Ya en el segundo tiempo, el equipo cambió radicalmente de aspecto. Sólo Moyà, Ramis y Alberto se mantuvieron sobre el césped y el último de ellos fue sin duda el más destacado. Aprovechó la baja por precaución de Borja Valero (sufre un pequeña sobrecarga) y dirigió a sus compañeros con mucho sentido. Además, le llegó también el turno al sevillano Corrales, que demostró que es un futbolista muy válido para este proyecto.

Los insulares estuvieron algo más finos en el segundo acto y recurrieron a la pegada para resolver el trámite. Arango, por partida doble, y Varela, en una buena combinación con Víctor, bajaron la persiana. Mañana, contra el Feyenoord holandés, todo será diferente.