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De nuevo Nadal contra Federer y ambos contra la historia. Wimbledon se prepara para revivir el mejor duelo del planeta tenis después de que el mallorquín doblegara a Rainer Schuettler por 6-1, 7-6 (3) y 6-4 en dos horas y un minuto y el suizo hiciera lo propio con Marat Safin 6-3, 7-6 (3) y 6-4 en una hora y 42 minutos. El manacorí superó las semifinales tras deslumbrar en el primer set y perder brillo en los dos restantes, mientras que Federer echó mano de su categoría para reivindicar sus intenciones de prolongar su reinado en el All England Club.

Nadal fue un vendaval en el primer set. Rompió el servicio de su rival en el primer juego, consolidó el break con un juego en blanco y logró otra ruptura para colocar el 3-0. El público apenas levantó la voz por respeto a la 'víctima'. El ritmo del mallorquín era devastador y en pleno chaparrón el jugador alemán sólo vio algo de luz en el quinto juego, cuando se sentó tras conservar su servicio (4-1). Fue un espejismo, porque Nadal puso la directa amarrando su servicio y logrando la tercera ruptura para apuntarse la primera manga (6-1) en 23 minutos.

Schuettler frenó la sangría aferrado a un buen servicio y a la agresividad que le ha permitido firmar su mejor torneo del curso para lograr el break en el tercer juego y consolidarlo en el siguiente (1-3). Nadal parecía a la deriva entre las dudas que le había generado su rival y se vio obligado a ir recuperando las sensaciones positivas. Primero fue su quinto ace para habilitar el 3-4 y después una sucesión de sus inimitables ángulos para colocar el 4-5.

Y como los artistas que se encomiendan a la necesidad como mejor camino hacia la inspiración, Nadal volvió a exhibir parte de su repertorio cuando su rival servía para apuntarse el set y consiguió el break para igualar el choque (5-5). Después de que cada uno conservara su saque, la suerte última del tie break volvió a mostrar al Nadal más consistente, sin errores y con su presencia atenazando a Schuettler, que apenas tuvo opciones al resto para despedirse de su sueño de alargar la contienda. A pesar de que Schuettler tomó ventaja con un juego en blanco al servicio, Nadal le rompió el saque en el tercero e hizo valer su ventaja aderezando con algunos golpes brillantes un partido un tanto gris.

Con un guión similar se desarrolló la semifinal entre Roger Federer y Marat Safin en la que se impuso el suizo 6-3, 7-6 (3) y 6-4 en una hora y 42 minutos. El pentacampeón de Wimbledon accedió a su sexta final consecutiva exhibiendo su servicio e imponiendo su derecha al talento descarriado del ruso que ha vuelto por donde solía a la espera de confirmar su recuperación definitiva. Federer, que no pierde un partido sobre hierba y en el All England Club desde 2002, empezó el encuentro con 3-0 a favor en sólo ocho minutos e hizo que Safin empezara a enfadarse. El número uno se apuntó el primer set con la sensación de apenas haber sudado, aunque parece que nunca lo hace y menos aquí. El suizo consiguió una única ruptura que hizo valer en la cuarta manga para alcanzar la final en la que intentará convertirse en el primer jugador de la historia en encadenar seis triunfos en el All England Club, aunque aún estaría a uno de igualar los siete de Pete Sampras.

Nadal opta a suceder a Manolo Santana como único español que ha conquistado el torneo (1966) después de haber arrollado al suizo en la final de la última edición de Roland Garros como precedente más cercano. París es el reino del isleño y Federer quiere prolongar su supremacía en Wimbledon aferrado a aquello de «en mi casa jugamos así». Será el decimoséptimo duelo entre ambos y el decimocuarto con un título en juego coincidiendo con el tercer partido decisivo entre ambos en el All England Club. El jugador helvético acumula razones de sobra para mantener el cartel de favorito, pero la evolución de Nadal reduce el margen de superioridad de Federer. El zurdo de Manacor, que de ganar se convertiría en el primer tenista en encadenar los éxitos en París y Londres desde que lo hiciera Borg en 1980, exprimió hasta las cinco mangas al pentacampeón en 2007 y tuvo muy cerca un triunfo al que opta encomendado a su mejoría. Es la enésima final en la cúspide y una nueva cita con la historia. Federer defiende su corona más que nunca, puesto que una derrota ante el mallorquín dejaría a Nadal lo más cerca que jamás ha estado del número uno y con una nueva dosis de moral previo desembarco en la gira estadounidense y en los Juegos. El pulso entre las mejores raquetas del mundo está servido y el pulso a la historia, también.