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Fernando Fernández El Palma se crece ante los grandes. En su día fue el Bruesa el que claudicó en el Arena, y ayer le tocó al CAI Zaragoza caer en las redes de la escuadra de Doce, que roza la permanencia tras firmar una victoria con la que pocos contaban (77-75) e impide el ascenso a la ACB -por el momento- de los maños, que tendrán que esperar al próximo viernes (ante el Hospitalet) para sellarlo y, de paso, hacerle un favor al Palma, que también deberá esperar para cerrar la salvación, a la misma hora, pero en Huelva.

La fe y la necesidad de los celestes se convitieron el muros insalvables para un CAI que llevaba once jornadas consecutivas sin saber lo que era la derrota y tuvo que rendirse ante la evidencia. Y eso que Doce perdió a Kornegay (esguince fuerte de tobillo) y un 0-7 cerrado pro Victoriano frenó en seco la euforia y un arranque eléctrico de los mallorquines (5-0).

Santana y Souto empezaron su particular cruzada contra los locales, que se cargaron de faltas extremadamente severas. Pese a ello, el Palma se repuso y optó por apretar los dientes. Mandaba el CAI (14-18, minuto 10), pero aparecieron en escena dos protagonistas poco habituales. Muya y Nogués aprovecharon su oportunidad, imprimiendo agresividad en defensa y frescura en el contragolpe. Ellos propiciaron que el marcador viviera un giro radical. Puyada encestaba y culminaba un parcial de 7-0 (24-23) que iba a marcar un punto de inflexión. Muya y Nogués descolcaron a los de Curro Segura y una penetración de listo de Puyada completaba los dos primeros cuartos (36-30). Los nervios aparecían en un CAI que no se lo podía creer. La técnica a Quinteros era el fiel reflejo de la impotencia de un equipo que quería festejar su regreso a la ACB doce años después, pero que se veía desbordado por el peor ataque de la LEB Oro.

Schutte y Rejón sacaban jugo a la tensión del argentino (39-30), pero tenían que aparecer de nuevo los colegiados para castigar al Palma. Terrell y Schutte se cargaban de personales y el CAI rozaba el bonus en apenas cuarenta segundos. No se arrugó el Palma pese a ello y Puyada firmaba un triple que daba alas (42-34) y otro que daba una máxima alentadora (49-38, minuto 25). Curro Segura y los suyos no se lo creían. El andaluz se aferró a la zona y a la inspiración de Lescano, que en un abrir y cerrar de ojos dejaba a cuatro (49-45) al CAI.

Castigados por las faltas y con Kornegay como mero testigo, Doce exprimió al máximo sus recursos. En la tarde de los modestos, Feliu incidió en la herida aragonesa con un triple de los que escuece (56-48), al que Victoriano respondió por la vía rápida (56-51). Con diez minutos por delante, Guillermo Rejón quiso unirse a la fiesta. El Palma volvía a tomar impulso (64-54, minuto 34) y los tiros libres (17 de 34) empezaban a convertirse en un dolor de cabeza para un CAI que se encomendaba a la sangre de Quinteros y la fuerza de Phillip y Cuthrell bajo los tableros, además de pisar el acelerador en defensa y llevar al límite las posesiones celestes. A Nogués no le temblaba la mano desde la línea de tiros libres (76-70, a 16 segundos) y una falta en ataque de Victoriano, unida a la antideportiva de un Quinteros fuera de sí, cerraban la proeza y aplazaban el alirón zaragozano ante la incredulidad de la expedición maña y el éxtasis de los mallorquines, que encadenan una segunda victoria en casa (tras vencer al Tenerife) y vuelven a mirar con optimismo a lo que resta de calendario (Huelva y Burgos).

El Palma consumaba así otra gesta en el partido con el que pocos contaban a la hora de formulas las cábalas típicas a estas alturas del curso (Doce comentó en la rueda de prensa previa que el que apostara por ellos se forraría), pero todavía le quedará rematar la faena y certificar la tranquilidad perseguida desde hace meses. Con la actitud exhibida ayer, la cita de Huelva podría llegar a ser un trámite. O prolongar las dudas y no tener que jugárselo todo en la jornada de clausura.