Varela y Güiza felicitan a Pierre Webó por la asistencia del camerunñes en la jugada del primer gol. Foto: MARCIAL GUILLÉN

TW
0

Falta el respaldo oficial de los números, pero el Mallorca ya tiene una plaza asegurada en la próxima parrilla de la Primera división española. No sólo ha certificado la permanencia, sino que ayer organizó una gran fiesta para celebrarlo. Quizá la más importante que ha disfrutado a lo largo de todo el ejercicio. El cuadro bermellón supo exprimir al máximo las penurias de un Murcia que circula por el campeonato con aspecto de cadáver y se apoyó en Güiza para volver a respirar a pleno pulmón. Exhibición, goleada y otro año entre los grandes. Y van doce (1-4). La verdad es que el Murcia se había presentado al partido con la soga anudada al cuello y que al Mallorca le bastó con estirarla levemente. El equipo grana se jugaba la vida, pero no supo gestionar la presión que había ido acumulando a lo largo de la semana y se sumergió en la función con la mente en blanco y los músculos agarrotados. Los rojillos, en cambio, se habían estudiado muy bien el guión y sabían que la ansiedad local iba a calar tarde o temprano en el juego. Así fue. El grupo de Clemente intentó coger la brújula antes de que lo hiciera su anfitrión, pero sus ganas se evaporaron tras un par de acciones sin demasiado sentido que apenas se sintieron entre las filas isleñas. Sin embargo, cada vez que los bermellones cruzaban la verja del centro del campo el estruendo era tremendo.

La pared que había levantado el cuadro murcianista en defensa estaba totalmente agrietada y al más mínimo empujón se deshacía como un castillo de naipes. Ante ese panorama, los de Manzano necesitaron muy poco para trasladar su gobierno al marcador. Sólo se habían consumido ocho minutos y Arango, que comenzó el partido en la orilla izquierda para cederle su puesto en ataque a Pierre Webó, conectó con el camerunés y éste a su vez asistió de primeras a Güiza, que abrió la lata con un histórico cabezazo que le ayudaba a dar caza a Enrique Magdaleno.

El gol, que había llegado sin que el Mallorca tuviera que forzar el motor, alborotó todavía más a un Murcia gravemente enfermo. Sin recursos ni salidas de ningún tipo, los pimentoneros se fueron a por el empate a trompicones y además de no generar un sólo sobresalto, se descubrieron aún más los pies y ensancharon los espacios de su defensa.

El Mallorca no tardó en darse cuenta y aprovechó la ocasión para sacar el martillo y dejar prácticamente zanjado el partido y la temporada. En esta ocasión fue Güiza el que se dejó caer a uno de los costados para ejercer como pasador. Arango, que esperaba tranquilamente junto al segundo palo, cabeceó soltando la guillotina (minuto 18).

Las diferencias entre uno y otro eran tan notables, que a los veinte minutos el partido se había agotado su trama. La grada empezaba a lanzar basura sobre Clemente y sus jugadores mientras el Mallorca seguía a lo suyo, armando el taco cada vez que pisaba los alrededores de Carini.

La sala de máquinas del once grana estaba encharcada (Arzo vivía desquiciado y Medina le perdonó la expulsión a los veintiséis minutos) y los baleares, con balones largos y contragolpes de manual, se hartaban a fabricar peligro. El Murcia llegó al desenlace del primer tiempo agotado, pero arañó dos ocasiones que le hubieran ayudado a mantener la respiración. La primera en las botas de Kabous, que remató alto en una posición muy forzada y la segunda, en la cabeza a Aquino, que envió el balón fuera de manera surrealista.

Clemente arengó a sus hombres en el descanso y echó mano de la veteranía de Movilla, pero su fe desapareció a los cuarenta segundos de la reanudación. Webó, muy participativo, le entregó a Güiza el récord goleador de la entidad en una bandeja de plata. El jerezano sólo tuvo que empujarla con cariño (minuto 46).

Ya no había dudas. El Mallorca tenía el partido en la mochila y medio encuentro completo para disfrutar. Y lo hizo. Manzano empezó a oxigenar el equipo dándole movimiento al banquillo y pese a su relajación, el Murcia seguía negado. Sus ataques carecían de veneno y su afición se mostraba más dura que nunca. Los pocos que resistieron hasta el final coreaban con 'oés' sus jugadas y hacían la ola. De chiste.

La escuadra isleña se podía permitir el lujo de malgastar ocasiones y hubo tiempo incluso para que el canterano Alberto López se estrenara en Primera sustituyendo a Basinas en los últimos minutos. Pero habría más. Güiza redondeó una de las tardes más dulces de su carrera con una preciosa vaselina ante la salida Carini que premiaba su ambición ante la puerta contraria. De hecho, está ya muy cerca de pelear por ser el máximo goleador absoluto del campeonato. Después, Baiano rebajó las diferencias con un gol muy bonito, aunque totalmente inservible. Ahora sí, empiezan las vacaciones de un equipo que ha hecho los deberes correctamente y que ha certificado la permanencia a falta de cinco jornadas para que expire el campeonato.

El de ayer era un partido que se debía ganar y se ganó y además se consiguió una victoria de calidad, de ésas que no se pueden escapar ante rivales de muy inferior calidad y sobre todo de un nivel futbolístico que, visto lo visto, se sitúa a años luz de los mallorquinistas. Ganó el Mallorca y lo hizo con dominando la situación, mostrándose solvente y dando a entender que en los cinco partidos que restan el espectáculo puede continuar.