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Era el partido del miedo, pero acabó convertido en el partido del hambre. El duelo del Fernando Martín escenificó el estado de necesidad que abrazaban ViveMenorca y Fuenlabrada hasta ayer, antagónico a todas luces. Las doce victorias han menguado la voracidad del equipo de Casas, que se siente a refugio con tanto triunfo. Tal vez por eso ni siquiera reaccionó a la advertencia que le lanzó el Alta Gestión a poco de abrirse el encuentro. Ni cuando Paraíso le abofeteó en el segundo cuarto. El Menorca, sumido en la autocomplacencia desde que ganara al Murcia, ha olvidado meter la motivación en su maleta de viaje. Y eso es un ejercicio peligroso. Sobre todo, porque ayer dio una imagen de abandono preocupante. Además, le ha dado carrete al Fuenlabrada, que andaba angustiado hasta los fastos de ayer, y lo ha metido en plena pelea (82-64).

El Fuenlabrada fue un ciclón de inicio. Guardia y Wideman se zamparon a los interiores del Menorca que, además, sufrió una grave avería en ataque. Todo eso dio con un escenario dantesco, porque el grupo de Casas era incapaz de hilar un par de canastas consecutivas y porque Guardia iba haciendo caja (10-2). El técnico de Manresa detuvo el partido y logró sellar algunas de las fugas en defensa, pero no consiguió abrir la puerta en ataque. Stefanov no daba con el interruptor y sólo las segundas opciones alimentaban el ánimo (19-12, primer cuarto). Si el primer parcial fue una secuencia de terror, el segundo resultó una broma de mal gusto.

Los problemas en ataque se multiplicaron y la defensa era de algodón, por lo que el Fuenlabrada dio un estirón que dejó temblando al equipo menorquín. Casas probó con una zona, con Guzmán al timón y Mendiburu en la arena, pero ni por esas. Paraíso y Blanco eran dos martillos y el partido se rajó (33-16). El Menorca se obsesionó con el triple (3/15 en la primera parte) y todo lo que tocaba Varda acababa siendo deficitario. Los isleños palidecían y el Alta Gestión iba creciendo, por lo que la herida seguía emanando sangre (46-24, descanso).

El ViveMenorca se enganchó a Stojic para tratar de limar distancias y de la mejor versión del alero croata emergió el equipo. Sus puntos y la determinación de Stefanov metieron a los de Casas en el partido, aunque con reservas (55-40). Con todo, el cierre del tercer parcial fue la mejor noticia que hasta ahora había recibido el Menorca, y el marcador daba algo de vida (61-49).

Pero el Menorca no logró ir más allá. El Fuenlabrada se acomodó en esos márgenes y los isleños siempre se quedaban a las puertas de la reacción. Los errores en el tiro se sucedían y los de Casimiro tenían suficiente con un poco de Ferrán López y otro poco de Wideman (68-56). El duelo se apagaba y el equipo de Casas no aceleraba. El Fuenlabrada, definitivamente, había tenido más hambre.