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Efe|BARCELONA
La indignación que ha causado la forma en que el Barcelona perdió el sábado contra el Betis (3-2) en el campo del conjunto andaluz ha situado en el centro de la crisis de la entidad culé al entrenador, Frank Rijkaard, sobre quien pesa la duda de si está en condiciones de sacar mayor provecho de su equipo.

La continuidad de Rijkaard está garantizada para el partido contra el Schalke 04 el martes en la Liga de Campeones, pero un nuevo tropiezo podría resultar determinante, debido a la presión que existe no sólo en el entorno culé, sino dentro del propio club, donde sólo el presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, y el secretario técnico, Txiki Begiristain, continúan confiando ciegamente en el técnico.

La figura del entrenador del Barcelona vuelve a suscitar todo tipo de dudas acerca de su filosofía y de si reúne las condiciones para sacar lo máximo de sus jugadores en momentos de crisis, algo que no es nuevo en el conjunto catalán, ya que siempre se ha criticado del técnico holandés cierto descuido y falta de coraje para elevar la moral de sus jugadores, o incluso adoptar medidas para corregir un partido que se ha torcido.

Por otra parte, un numeroso grupo de aficionados del Barcelona se acercaron ayer a mediodía a las instalaciones de la Masía para seguir las evoluciones del entrenamiento de recuperación de la plantilla culé, en la que se vivieron momentos tensos debido a los constantes insultos que han recibido los jugadores.

El grupo de aficionados no encajó bien el modo en que el Barcelona perdió y dio rienda suelta a su enfado con todo tipo de insultos y reproches, entre ellos «peseteros», «paquetes», «inútiles» y «sinvergüenzas».