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No hay un título en juego. Tampoco se han movilizado 15.000 mallorquinistas por tierra, mar y aire. Pero sí existen algunas coincidencias con aquella cita del 28 de junio de 2003. El escenario cambia, pero el rival de esta llamada final por la salvación es el mismo. Incluso desde el club y el vestuario han salido palabras que equiparan la importancia del choque del próximo domingo en el ONO Estadi con aquella final de la Copa del Rey de Elche.

La victoria supondría dar un paso de gigante en la lucha por la permanencia. Sumaría el grupo balear 34 puntos, cinco más que el descenso -que precisamente marca el conjunto onubense- con once jornadas de campeonato por delante. No ganar, en cambio, le mete de lleno en problemas. Incluso la derrota le podría empujar al fango de la clasificación por primera vez desde el regreso de Gregorio Manzano hace más de dos años, si los rivales directos (Zaragoza, Depor, Osasuna o Athletic) abrazan el triunfo en una jornada clave para definir su futuro.

De cara al compromiso frente al conjunto andaluz, que el Mallorca afronta con las bajas de Lionel Scaloni (sancionado) y Guillermo Pereyra (lesionado), Manzano comenzó ayer a diseñar el once que tratará de quebrar la racha de empates -cinco consecutivos- que acumula el bloque isleño en esta segunda vuelta del curso.