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La Liga está al rojo vivo y el Mallorca corre el riesgo de abrasarse. El equipo isleño, que ayer extendió su condición de «rey del empate» con la igualada más valiosa de una serie interminable, se aplicó la inyección de autoestima que venía incluida en el punto, pero sigue reculando en la clasificación. El triunfo del Deportivo en la noche del sábado (ganó 2-1 en Riazor al Sevilla) le obligó dormir a sólo punto del incendio y tras poner sus números al día en el campo del Getafe su situación no ha mejorado demasiado. El aroma a peligro es más intenso que nunca y si no se aprueba el examen del domingo que viene ante el Recreativo (Son Moix, 17.00 horas), la situación empezaría a ser preocupante.

El Mallorca es incapaz de abandonar la rutina que le maniata desde hace tiempo. Es verdad que el empate de ayer es muy diferente al resto, pero también lo es que el equipo sigue insistiendo en sus errores más habituales y que ayer engordó sus cuentas apoyándose en uno de sus modelos más frágiles y menos convincentes. Se despertó a media tarde y cuando quiso subirse al tren del partido tuvo que multiplicar sus esfuerzos y agarrarse a la diosa Fortuna, que aprovechó el domingo para desfilar por el sur de la capital. De hecho, la suerte ya le había sonreído al emparejarle con un rival agotado física y mentalmente. De lo contrario, probablemente nunca hubiera dejado escapar un partido de estas características.

Pese a todo, el Mallorca no ha vuelto de vacío a la Isla y se asomará a la primera final del torneo con su mejor disfraz. Se enfrentará a un Recreativo herido por culpa de su sangrienta batalla frente al Madrid (ni Beto ni Quique Àlvarez podrán estar en el ONo Estadi) y lo hará con el viento de cara. En los últimos cinco meses (una vuelta completa en el calendario) sólo ha impuesto una vez sus argumentos en el Camí dels Reis (el pasado 27 de enero, ante el Atlético de Madrid), pero ya ha agotado su catálogo de excusas. O se gana, o aparecerán los problemas.

Al margen del punto amasado, la visita al cuartel general del Getafe dejó otras notas positivas. La primera de ellas la reaparición de sus estiletes ofensivos: Dani Güiza y Juan Arango. Al primero se le volvió a ensanchar la portería en el momento oportuno y el segundo acudió al rescate del plantel cuando éste navegaba a la deriva. Si entre uno y otro mantienen la guardia elevada, el Mallorca no tendrá muchos problemas para mantenerse a flote. Si no es así, podría pasar cualquier cosa.

El otro argumento para conservar la esperanza es más liviano, pero también más sorprendente. El Mallorca es el único conjunto de la categoría que no ha encajado una sola derrota en la segunda manga de la competición. Hasta hace muy poco compartía ese honor con el Almería y el Barcelona, pero los de Emery se estrellaron hace ocho días contra el Racing y los de Rijkaard lo hicieron el sábado ante el Atlético. Aun así, la escuadra balear sigue siendo la tercera que menos partidos ha ganado a lo largo de todo el torneo (supera en una Murcia y Levante) y su trayectoria está llena de contrastes. ¿Cómo acabará?