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Santiago Aparicio|MADRID
El Espanyol recuperó el pulso de la Liga después de un mes de competición aletargado, derrotado en los tres últimos partidos y al margen de la zona de Liga de Campeones, adonde volvió tras reencontrarse con el triunfo tras batir al Getafe ayer por 0-1. El conjunto de Valverde carece aún del nivel de juego que solidificó su proyecto, pero su victoria, llena de oficio, ha devuelto la autoestima al equipo, ahora tercero. El Getafe, por su parte, no consigue desligarse de la irregularidad que le mantiene oscilando por la tabla durante el curso.

Un arreón visitante cortó de raíz el entusiasmo del Getafe, adueñado del balón y de las ambiciones atacantes. El Espanyol respondió con contundencia, a la contra y con determinación. De la Peña abrió el juego a Rufete, que sacó un centro perfecto al área pequeña de la meta de Roberto Abbondanzieri. Jonathan Soriano, que había ganado la espalda al Cata Díaz, batió al meta argentino.

Sin grandes recursos, sin el orden que suele impartir Esteban Granero, el equipo de Laudrup buscó salida en el disparo lejano. La vuelta al césped desveló mayor brío en los locales.

El Getafe descargó toda su furia en el último tercio del encuentro. Dejó de lado la elaboración que presume su fútbol y propuso un duelo más físico y apresurado. Sintomática fue la acción a falta de veinte minutos. El balón se paseó por todo el alrededor de la meta visitante. No entró.

La salida al césped de Casquero fue la penúltima baza empleada por Laudrup, que a había recurrido a Braulio. Salió por De la Red, alternativa que disgustó al público. Pero los disparos del centrocampista toledano son una baza fiable. Después, el último cartucho. Kepa por el central Belenguer. Para entonces ya había saltado al césped Riera, condenado por Valverde al banquillo en beneficio de Valdo, al que sustituyó.